Aunque lo peor de la sequía ya habría pasado, la “Niña” continuaría hasta mayo

“Lo peor ya habría pasado en cuanto al factor climático pero no se espera una mejora muy sustancial en cuanto a precipitaciones en el corto y mediano plazo”, pronosticaron desde el Servicio Meteorológico Nacional.

Una mulita camina en Corrientes.
Foto:Una mulita camina en Corrientes.Crédito: Rewilding Argentina

El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronostica que el fenómeno de La Niña continuará durante el otoño. “En enero parecía que La Niña se iba a debilitar, pero se intensificó lo que ayudó a que se establezca ese patrón tan seco. Las últimas predicciones prevén que dure todo el otoño”, informó el climatólogo del organismo, José Luis Stella.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (National Oceanic and Atmospheric Administration-NOAA) coincide y afirma que hay una probabilidad de un 77% de que este fenómeno siga hasta mayo. “Cuando se dio La Niña en otoño, las lluvias en promedio también fueron por debajo de lo normal, en especial en el norte del Litoral. Lo bueno es que en esa estación tenemos otros forzantes de menor escala, empiezan a haber más frentes fríos, cambios en la masa de aire y aumenta la posibilidad de que haya más precipitaciones”, aclara Stella.

Para llevar tranquilidad en las zonas con focos de incendios favorecidos por la sequía, el especialista del SMN indica que “lo peor ya habría pasado en cuanto al factor climático pero no se espera una mejora muy sustancial en cuanto a precipitaciones en el corto y mediano plazo”.

Corrientes ya estaba en noviembre con condiciones de sequía de severa a extrema en noviembre. A esto se le sumó el verano con temperaturas extremadamente altas, superiores a 40 grados. Stella explica que durante los años 2020 y 2021 el país estuvo bajo la influencia del fenómeno de La Niña que “inhibe las precipitaciones en la Cuenca Del Plata, principalmente en nuestro litoral”. Si a estas condiciones de sequía se suman otros factores climáticos más la actividad humana, el resultado pueden ser grandes focos de incendios. “La falta de lluvias, la temperatura alta y el viento, si estos tres condimentos se alinean, puede ser catastrófico como pasó este año en Corrientes, en 2020 en Córdoba o el año pasado en Patagonia”, afirma Stella.

En el caso de los incendios en Corrientes, que según el cuarto informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) abarcaron una superficie quemada de 934.238 hectáreas al 21 de febrero, la zona ya estaba con condiciones de sequía de severa a extrema en noviembre. “A esto se le sumó el verano con temperaturas extremadamente altas en esa zona y en el país. Se registró el récord de olas de calor para esa zona del litoral, en Posadas en Iguazú con muchos días de más de 40° centígrados”, describe el climatólogo.

Según el SMN, otro récord se dio en la región del norte del litoral, en Corrientes, Misiones, al este de Chaco y de Formosa con el período de 12 meses de precipitaciones más bajo en los últimos 61 años.

“Esta sequía también fue muy marcada porque a partir de 2019 empezamos a atravesar un período seco en la región. El fenómeno de La Niña cuando ocurre en períodos secos, suele tener mayor impacto”, señala Stella y agrega los efectos del cambio climático como el aumento de las temperaturas en especial en primavera y en verano. “Las temperaturas son más extremas, las olas de calor se vuelven más prolongadas. Si esta tendencia sigue y se le suma la sequía estos episodios pueden volver a pasar”, advierte Stella.

La falta de agua

Para el biólogo del Instituto de Diversidad y Ecología Animal de Córdoba y experto en el análisis de patrones de inflamabilidad de la vegetación, Marcos Landi, en materia de fuego además del factor climático hay que analizar otros componentes como la matriz de combustible. “Estamos teniendo una bajante hídrica muy fuerte y todos los pastizales, a los que llamamos combustible fino, que siempre están húmedos, ahora están secos. Además, tenemos una práctica que se ha llevado a cabo desde siempre que es la quema de pastizales”, expresa Landi.

El especialista en información geoespacial para el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) agregó: “En un año normal esto no genera problemas porque tenés una matriz húmeda, entonces cualquier pequeño foco se extiende un par de hectáreas y se queda ahí. Estos últimos años cambió la situación y esa práctica habitual hoy es problemática y ahí es donde hay que empezar a pensar la prevención”.

Un yacaré que no pudo llegar al agua. (Foto: Rewilding Argentina)

Según Landi, los combustibles más inflamables son los pastizales, útiles para el productor mientras que “en el otro extremo de la inflamabilidad están las maderas duras, porque el bosque es más cerrado y húmedo”, señala y agrega que “desde la perspectiva puramente científica sabemos que si logramos que el 40 por ciento de la matriz sea poco inflamable, el fuego no tiene donde pasar”. De todos modos, el biólogo reconoce que hacer cambios en la matriz de combustible vegetal requiere tiempo y el consenso de distintos actores, entre ellos los ganaderos.

“Podemos modificar algunas prácticas agrícolas o crear conciencia de estas, especialmente de la quema de pastizales. Esto causa conflictos, por lo que es necesario sentarse a hablar para generar políticas coherentes. Es necesario fijar un objetivo a largo plazo que incluya a los productores y a los dueños de las tierras”.

Fuente: Télam