Eduardo Galeano había dicho sobre Maradona: “Los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía”. Así lo retrató en palabras el escritor y pensador uruguayo a Diego, “al más humano de los dioses”.
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“Diego Armando Maradona fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses. Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable. Pero los dioses no se jubilan, por muy humanos que sean. Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero”. Así puede leerse en el libro póstumo ‘Cerrado por fútbol’ del uruguayo Eduardo Galeano, publicado en 2017. En ese texto el escritor oriental agregaba: “Maradona fue condenado a creerse Maradona y obligado a ser la estrella de cada fiesta, el bebé de cada bautismo, el muerto de cada velorio. Más devastadora que la cocaína es la ‘exitoína’. Los análisis, de orina o de sangre, no delatan esta droga”.
El escritor uruguayo sostenía que Maradona ‘venía cometiendo desde hacía años el pecado de ser el mejor’ y si bien no fue el único jugador desobediente, fue su voz la que dio resonancia mundial a preguntas incómodas al poder como por qué no rigen en el fútbol las normas universales del derecho laboral o por qué los jugadores no pueden conocer las utilidades que generan sus espectáculos dentro de una cancha de fútbol.
Sobre el juego del argentino, Galeano remarcaba antes del retiro del 10 que no era un jugador veloz pero que ‘tenía ojos en todo el cuerpo’. Y subrayaba: “Maradona es incontrolable cuando habla, pero más cuando juega. (…) En el frígido fútbol de fin de siglo, que exige ganar y prohíbe gozar, este hombre es uno de los pocos que demuestra que la fantasía pude ser también eficaz”.
Consultado previo al Mundial de Brasil 2014 sobre quién era mejor, si Messi o Maradona, el montevideano contestó: “Es una pregunta que con cierta frecuencia los periodistas me hacen, algunos amigos también.
Siempre contesto lo que de veras creo: no son comparables, y en la vida debemos dejar de andar todo el tiempo comparando. Jamás olvidaré la frase que me dijo una viejita analfabeta, mulata, madre de un gran amigo mío, que vivía en un ranchito en el barrio del Buceo, balanceándose en una silla un día me dijo: ‘Pobre la gente que vive midiéndose’ “.
