El centro de Concepción del Uruguay y su historia: casas antiguas y algunos locales icónicos

En el barrio San Sebastián, en los alrededores de la histórica Plaza Ramírez, se encuentra concentrada gran parte de la historia de la ciudad, la provincia y hasta del país. Pero esos edificios históricos que vimos en el informe de la semana pasada (Colegio, Casa de Urquiza, Basílica) estuvieron también acompaña dos de residencias familiares con rica historia. 

Una de las fotos más antiguas de la Plaza Ramírez – Año 1875.

Aquí vamos a recordar dos, porque luego que fuesen demolidas, la ciudad perdió parte de su rico patrimonio arquitectónico, aunque justamente la demolición de una de ellas, llevó a la generación de una ordenanza para evitar que esto siguiera ocurriendo con las demás edificaciones.

Antes del Antares 

Residencia de las familias Miró, Santa Cruz Urquiza y Jorge. El antecedente más antiguo sobre la propiedad del solar, donde hoy se encuentra el edificio Antares, es en base a los datos que se pueden ver en el libro “Hace un Largo Fondo de Años. Genealogías Uruguayenses” de María del Carmen Miloslavich de Álvarez. En el mismo se cuenta que la Familia de D. Antonio Mirón o Miró, casado con Josefa Sanabria, quien era Regidor del Cabildo de la Villa en el año 1796, era propietario de tres tercios de la manzana frente o la plaza principal de la villa sobre las actuales calles Galarza, Eva Perón y 25 de Mayo, es decir, los terrenos donde en la actualidad se encuentran el edificio del Banco de Entre Ríos, Playa de estacionamiento, edificio “Antares” y salón Monumental o Tavella, dónde había edificado su residencia.

El 20 de octubre de 1860, ante el Escribano José María Castro, los hermanos Mirón Sanabria venden el solar de aproximadamente 40 x 40 varas (34,75 x 34,75 metros ubicado en la esquina de las calles Federación Entrerriana (que actualmente es Eva Perón) y De las Ciencias o Ciencias (hoy Galarza), frente a la plaza Ramírez, ángulo noreste de la misma al Coronel Simón de Santa Cruz y a su señora Juana Urquiza (Hija del General Urquiza), en la suma de $1.000 pesos. 

El matrimonio Santa Cruz Urquiza manda a edificar en el solar la magnífica mansión de dos plantas que fuera orgullo de la ciudad en esa época y testigo de innumerables acontecimientos históricos y sociales que han quedado en la historia uruguayense. 

Con motivo de la visita que realiza el 3 de febrero de 1870 al General Justo José de Urquiza, el Presidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento, que se aloja en la lujosa residencia, fue el centro de las reuniones y homenajes que se le realizaron, presenciando desde uno de sus balcones que daban frente a la plaza, sobre la calle de Las Ciencias, el imponente desfile militar con que el gran entrerriano honró al primer magistrado de la Nación.

Estaba ubicada en la manzana delimitada por las actuales calles 9 de Julio, Artigas, San Martín y Juan Perón, espacio que, en oportunidad de la distribución de los solares por parte de Tomas de Rocamora, fue reservada para la construcción del Cabildo y Cárcel, edificios que por diversas circunstancias no llegaron a construirse.

El primer propietario de esta manzana, acorde antiguas escrituras, fue Bartolomé Ferrer, en algunos documentos de la época se lo consigna como Ferrer, quien fuera varias veces cabildante de la ciudad y de destacada actuación pública. Desde su cargo, le habrá sido fácil la adquisición del terreno público de referencia.

Casa de la familia Chiloteguy, frente al ex Hotel Paris. Se puede observar en la esquina de Juan Perón y 9 de Julio donde hoy esta el Parque.

Al efecto, la Señora Sara Sagastume Urquiza, viuda de Dr. Anastasio Chiloteguy, adquiere el 27 de Julio de 1910 a D. Adolfo Basavilbaso el terreno ubicado frente la plaza General Ramírez en la esquina de las calles Vicente H. Montero, con 16,35 m sobre la misma y 70, 63 m de fondo, sobre 9 de Julio hasta la esquina de calle Venezuela (actual Artigas), interviniendo el Escribano Rafael Paradelo.

Sara Sagastume, había quedado viuda el 6 de agosto de 1904 al fallecer de un sincope cardíaco su esposo el Dr. Anastasio Chiloteguy, a los 43 años de edad, destacado facultativo que había nacido en nuestra ciudad el 25 de diciembre de 1861, habiéndose graduado de médico en la facultad de Buenos Aires radicándose en su ciudad natal.

Era propósito de la Sra. Sagastume Chiloteguy, construir en el predio céntrico que había adquirido una lujosa mansión, encomendado su proyecto y construcción al arquitecto local Juan B. Corbella, el mismo que construyera, entre otras, la residencia de la familia Perette-Jorge (hoy edificio Antares) y la mansión del Dr. Corbella, en plena época de oro de las construcciones en nuestra ciudad.

Las elegantes líneas del edificio son publicadas por el periódico La Juventud de nuestra ciudad el 10 de enero de 1911. La construcción tenía un presupuesto de $ 50.000 m/n (una fortuna para la época) siendo ocupada una superficie de 16,33 m sobre Vicente H. Montero y 34 m edificado sobre 9 de Julio con un fondo para parque de 49.63 m.

Las obras se inician en diciembre de 1910, teniendo la majestuosa mansión diez habitaciones, dos habitaciones de servicio, dos halls, un baño, un garaje y dos WC trabajando gran cantidad de obreros por ser intención de la dueña ocuparla lo antes posible.

No se tiene la fecha cierta de su terminación, pero antecedentes periodísticos del año 1915, la refieren como “residencia de la Sra. Viuda Sara Sagastume de Chiloteguy”.

Al fallecer la Sra. Sara Sagastume viuda de Chiloteguy, todos los bienes de la causante, en que se incluye la mansión de las calles Vicente H. Montero y 9 de Julio, campos, el panteón del cementerio local y otras propiedades pasan acorde su testamento a su hijo adoptivo que le fueron adjudicados por el Juez de primera instancia en lo Civil y Comercial de Concepción del Uruguay con fecha 30 de diciembre de 1941.

La mansión deja de pertenecer a la familia Chiloteguy

En la década de 1935, la magnífica mansión, es alquilada por su propietario al Banco Hipotecario Nacional donde funcionaran sus oficinas hasta la construcción de su sede propia en el año 1962. El 16 de junio de 1942, el heredero de la propiedad Anastasio José Joaquín Chiloteguy, vende la residencia de la calle Vicente H. Montero y 9 de Julio al matrimonio del Dr. Ángel Moisés Parpagliono y su esposa María del Pilar Sáez de Parpaglioni. La familia Parpaglionil vende la residencia que la jerga popular continúa reconociéndola con el nombre de la Viuda Sagastume, el 26 de noviembre de 1958 a los Señores Atilio Laperuta y Roberto José Gandolfo Herrera y Sra. interviniendo el Escribano Edgardo Héctor Castro.

El fin de la mansión

Desocupado el edificio, sus propietarios encargan a una firma martillera local, la venta del inmueble que incluye la posibilidad de su demolición con miras a la construcción en el terreno de un hotel o edificio de departamentos, como se rumoreaba en la ciudad, saliendo en su defensa la prensa local y un grupo de vecinos con miras a preservarla para el patrimonio arquitectónico de la ciudad y que podría ser destinada a diversos fines culturales etc.

En ese ínterin, los esposos Laperuta venden su parte al Sr. Roberto José Gandolfo Herrera y Sra.  con fecha 27 de febrero de 1963 acorde escritura pasada ante el Escribano Edgard Héctor Castro. Los nuevos dueños del edificio disponen la demolición de la señorial mansión que fuera orgullo de la ciudad de la “Belle Epoque” queriendo justificar su medida argumentando la construcción de un moderno edificio de departamentos. La demolición se realiza en octubre de 1963 quedando para diciembre de ese año, solamente las paredes que dan sobre las calles aledañas a modo de muro.

Los propietarios del predio, al menos por el momento, no tenían intención de llevar adelante la construcción de ningún edificio, lo que da motivo que la municipalidad local a modo de “multa” grava los impuestos municipales del terreno en 150% acorde el artículo 32 de la Ordenanza N° 2155, contestando su propietario, ajeno a la ciudad, que “no le interesaba en lo más mínimo.

De la experiencia obtenida con la demolición de la mansión Sagastume-Chiloteguy, como se la conocía en el ámbito local, lleva la municipalidad a dictar la Ordenanza N° 2187/1964 en la que se establece “que no podrá autorizarse la demolición de ninguna finca, en la zona céntrica, sino se han aprobado previamente el proyecto y los planos de la construcción que la reemplazará en el misma lugar”. Pasan los años y el lugar es un terreno abandonado rodeado de las mutiladas paredes delo que fuera la señorial mansión, orgullo de la ciudad.

En febrero de 1966, en base a lo autorizado en la Ordenanza Municipal N° 2231/1966 el Departamento Ejecutivo Municipal, solicita al Gobierno de la provincia de Entre Ríos, la sanción de una ley que lo declare de utilidad pública, siendo intención de la municipalidad, cederlo a la provincia para la construcción de un hotel de turismo.

Durante la intendencia del Dr. Lucio López Meyer se realiza en gestiones ante los dueños para parquizar el sector y trasladar la calesita que funcionaba en el predio del actual centro chico y, de esa manera hermosear esta céntrica esquina de la ciudad, que tan mal aspecto daba.

Locales históricos

En primer lugar, en Concepción del Uruguay se encontraba una fábrica de calzados de lona muy conocida y querida por los vecinos de la época. Llamada como “La Espuela”, dicho negocio se ubicaba en altura 66 de la calle actual Leandro N. Alem, y funcionó hasta su quiebra en 1939. Su propietario fue un hombre apellidado Sánchez Bescós. El edificio se mantiene casi exactamente de la misma forma desde hace 80 años.

Comparación del edificio de la fábrica “La Espuela”, a la izquierda una foto de 1939 y a la derecha una foto actual del 2018.

Las juventudes uruguayenses han sido testigos de grandes locales que permitieron compartir experiencias, encontrar parejas y amigos, y disfrutar de las mañanas, tardes y noches que Concepción del Uruguay tenía y tiene para ofrecer.

Uno de esos locales, fue Café del Bar Colón, que se estableció en julio de 1905, con su propietario de apellido Vázquez. En tiempos antiguos, en un diario histórico de Concepción del Uruguay, llamado “La Juventud”, el Café del Bar Colón hizo su anuncio a la sociedad, con las siguientes palabras:Recientemente establecido está en condiciones de servir a sus favorecedores excelentes bebidas. El café es el mejor tónico cuando hay esmero en su preparación. «Los que sufren de jaqueca se les presenta la ocasión de curarse sin receta. Con café del Bar COLON».

Como fuente de estos anuncios, se repetirá constantemente el viejo tabloide de La Juventud, ya que era el diario por excelencia para promocionar estos negocios. Más allá del anterior, se encuentra la Confitería del Barrio, de la cual eran dueños los hermanos Velardo. El 17 de febrero de 1907, abre sus puertas dicha Confitería, que estaba ubicada en la intersección de las calles 25 de mayo y Rocamora, lugar en el cual funcionaba con anterioridad la joyería Zanoni.

Luego, el 1° de enero de 1908, la Confitería del Barrio cambiaría su nombre a Confitería Del Plata, según anunciaba La Juventud.

En las esquinas de las actuales calles de San Martín y Leandro N. Alem, en el sector noroeste, abre sus puertas el café, bar y confitería La Amistad, de la cual era dueño Don Spirindio Caramazza. En las instalaciones del lugar, que se había ampliado para albergar una gran clientela, se podía vislumbrar hasta un cinematógrafo. “Esta sala se pondrá en condiciones insuperables por su capacidad y comodidad”, publicitaba en La Juventud, un 14 de abril de 1908.

Otro de los locales que en su época marcaron a La Histórica fue la ferretería Juan Piñón e Hijo. El establecimiento que funcionaba en este edificio ubicado en 9 de Julio y Leandro N. Alem, era para 1920 una ferretería y corralón de materiales para la construcción, aserradero eléctrico, compra y venta de cereales, artículos para electricidad, hilos, bolsas y aceites, entre otros productos. El edificio continúa prácticamente idéntico, con pequeños cambios.

Vista del primer local de la, en ese entonces, confitería y heladería Danys. Foto cerca del año 1970.
Heladería Dany’s

En nuestra ciudad son pocas las empresas o pequeñas empresas que hayan superado los cincuenta años de vida y que aún continúan con el impulso de sus primeros tiempos.

Fue fundada en noviembre de 1968 por Daniel Ángel Claramunt, proveniente de una familia de trabajadores con cuatro hijos. Daniel, nació en Concepción del Uruguay y desde muy chico supo del trabajo. A los 12 años ya repartía leche para ayudar a su familia.

Luego, quien sería su esposa años más tarde, Olga Lemos, anima a Daniel Claramunt a independizarse y es cuando decide comprar el terreno ubicado entre Basílica de la Inmaculada Concepción y el edificio Guini. Este terreno formaba parte de la antigua residencia de la familia Piñón, y, al fallecer su dueño original, los herederos de la antigua casona la ponen en venta. Luego en ese terreno se construiría el edificio Guini.

Muñeco alusivo al carnaval colocado en el frente de la heladería, en el año 1972.

Por solicitud de la iglesia, los descendientes de Piñón, dejaron una franja de terreno, con una antigua construcción, entre el predio adquirido por los hermanos Guini y la Basílica. Parte de ese predio, la iglesia lo destino al funcionamiento de la Santería “El Verbo” y el resto, fue alquilado primero y luego adquirido por Daniel Claramunt para instalar ahí su heladería y confitería.

(Con la colaboración de Jorge Miguel Haidar, e información consultada y proporcionada en libros de Lorenza Mallea, José Nadal Sagastume, Oscar Urquiza Almandoz y Andrés René Rousseaux).

Para ver la primera parte, hacé click acá.