Pedirán 18 años de cárcel para el estatal acusado de abusador

Antonio José Luis Cardoso, empleado estatal y curandero, es investigado por la presunta comisión los delitos de Abuso sexual con acceso carnal reiterado, primer; Abuso sexual con acceso carnal, segundo hecho; Abuso sexual con acceso carnal reiterado, tercer hecho; Abuso sexual simple reiterado y amenazas calificadas, en concurso real, cuarto hecho; Abuso sexual con acceso carnal, quinto hecho; y Abuso sexual gravemente ultrajante, en concurso real con el delito de Abuso sexual con acceso carnal, sexto hecho, todos en concurso real, y consumados en quebrantamiento de la ley de Violencia de Género.

La jueza de Garantías de Paraná, Elisa Zilli, resolvió remitir la causa a juicio oral a puertas cerradas. En el proceso se determinará la responsabilidad que le cabría a Cardoso en perjuicio de al menos seis mujeres jóvenes en situación de vulnerabilidad, que se contactaron con el imputado para obtener un trabajo o porque padecían dolencias de distinta índole. Participaron de la audiencia, los querellantes Boris Cohen y Marcos Rodríguez Allende; el fiscal, Leandro Dato; y la defensora, Corina Beisel.

Las acusaciones sostienen que «las conductas desplegadas por Cardoso, no sólo se probaron en los casos concretos, sino que además, contamos con el relato de otras mujeres que fueron víctimas de hechos como los imputados, pero que por cuestiones procesales y/o formales, no se logró su imputación». Las fuentes consultadas explicaron que los casos prescribieron por el paso del tiempo.

Así, los casos que habría cometido el sospechoso comprenderían a más víctimas. En este sentido, las acusaciones indicaron que «a través de estos relatos, es que podemos reforzar las narraciones de las víctimas que se analizaron precedentemente, ya que se señalan hechos de similares características, los mismos artificios utilizados por Cardoso no sólo para cometer los hechos, sino también para asegurar el silencio de las víctimas y así, su impunidad.

Además, se logran localizar y describir los espacios físicos en los que se cometieron los hechos imputados, así como los vehículos utilizados para trasladar a las jóvenes, y las oficinas públicas u organismos de los que se valió el imputado para lograr la confianza de las víctimas».

Las denuncias presentadas por las supuestas víctimas, en el entendimiento de las acusaciones, «le dan refuerzo probatorio a los dichos de las víctimas antes mencionadas, porque corroboran el Modus operandi que se repite a lo largo de los años, por lo menos desde el año 2001, donde se aprovechaba de la vulnerabilidad de las mismas, por su edad o por su situación personal (jóvenes que sufrían por la separación de sus padres, por la falta de trabajo, por problemas alimenticios, convenciéndolas de que les hacían brujerías y que él las curaría) y cuando las drogas se aprovechaba para atacarlas sexualmente, estando ante la presencia de un depredador sexual, sin ningún tipo de vinculación entre ellas».

Finalmente se señaló que «todas ellas expresaron el temor por las influencias que Cardoso manifestaba tener, ya que durante todos estos años las convenció de que nadie les iba a creer, y el sentimiento de culpa de cada una de ellas, por sobre todo los casos más antiguos, porque hoy esas mujeres se responsabilizan de que el no animarse a realizar la denuncia en su momento fue lo que le permitió a Cardoso seguir cometiendo estos hechos atroces».

El temor referido por las denunciantes encontraría respaldo en que en el cuarto hecho que se le atribuye a Cardoso se dio cuenta del uso de un arma de fuego. Según la acusación, habría sucedido en septiembre de 2019, cuando tras abusar desde mayo de aquel año de una chica que tenía 21 años, en ocasión de volver a intentar abusarla y en respuesta a que la chica opuso resistencia, «comenzó a forcejear con ella, hasta que la joven le dijo que lo estaba grabando, por lo que Cardoso buscó un arma de fuego tipo revolver, calibre .22 color plateada, se la exhibió, le mostró que estaba cargada y le expresó que si contaba algo de lo ocurrido, la iba matar a ella, a su novio y su familia, que tenía contactos y que podía tapar todo.

Finalmente la encerró en la vivienda, para que no pudiera escapar, y cuando se apersonó en la vivienda el novio de la joven, antes de dejarla salir le volvió a manifestar que no tenía miedo y que si hablaba le metería un tiro».