M ás de 500 millones de televidentes siguen anualmente la transmisión de la entrega de los premios Oscar en todo el planeta. De cara a la industria, eso genera un perfil muy alto para todas las películas; por otro lado, realza la industria del cine norteamericana y –casi por rebote– la mundial, porque es un evento que pone de nuevo en el ojo del público la industria del cine. Y, por supuesto, es además un muy buen negocio para los anunciantes y para los que lo emiten.
La edición número 88 llega el próximo 28 de febrero y Chris Rock va a ser por segunda vez presentador. ¿Por qué es una elección válida? No son muchos los que tienen la capacidad de pilotear un evento como éste: tienen que tener una relación reconocible con el cine y, además, ser capaces de mantener el timing de una ceremonia que no es corta. En 2005, Rock pudo hacerlo con bastante sutileza. El efecto secundario de su presencia tiene que ver con algo que está ocurriendo: la entrega de los Oscar es para la industria el momento de mostrarse más diversa, no solamente como un grupo blanco y anglosajón. Está claro que en esta ceremonia la diversidad va a ser un tema recurrente no solamente entre los discursos de los ganadores, sino también entre quienes entreguen premios. La misión objetiva de Chris Rock es disipar este tema rápidamente a través de su monólogo de apertura, haciendo todos los chistes posibles con el tema.
Una vez pasado ese momento crítico, se van a desplegar todas las expectativas. A diferencia de otros años, hoy es más difícil establecer qué film lleva la delantera. Se puede mencionar las películas que ya tuvieron un recorrido y que fueron muy premiadas, aunque eso nunca es una garantía. A la cabeza va El renacido (The Revenant), de Alejandro González Iñárritu, que básicamente ha ganado la mayor cantidad de los premios anteriores, aunque no todos, con lo cual me atrevo a decir que es una película que tiene su peso pero no necesariamente un candidato seguro. Leonardo DiCaprio, que ya ganó todos los premios habidos y por haber como actor, por el esquema meritocrático de Hollywood, sí parece estar más cerca del Oscar.
En lo personal, aún después de una década en el preshow, la transmisión me sigue sorprendiendo. Cada año es diferente y cada año aparecen nuevos desafíos. Es un evento mutante que va cambiando tanto en estructura como en dinámica. Todos los años nos encontramos frente a un nuevo reto, y no hay vez que digamos “este año va a ser más fácil que el anterior”. La condición sine qua non es ver todas las películas, absolutamente todas. Parece un chiste difícil de creer pero no todos los conductores televisivos que entrevistan en la alfombra roja vieron los filmes. Por eso está estandarizada la pregunta: “¿Quién te vistió?”, que permite a muchos disimular que no tienen la menor idea de por qué está nominado el entrevistado. Con Liza Echeverría, además, estudiamos como si fuésemos a dar un examen: es como volver a la secundaria. Pero hacer eso es lo que corresponde, porque es una señal de respeto hacia la gente que está nominada, al medio que participa y a una cadena como TNT, que llega más de 90 millones de hogares en el continente. Nos lo tomamos muy en serio –tan en serio que muchas veces duermo mal, temiendo olvidarme datos o sospechando que no tengo la suficiente información.
En todo el mundo el cine está en alza, y la venta de entradas, en aumento. En la Argentina, es particularmente visto con mucho peso social y cultural y, por tanto, muy respetado. Pese a los cambios en el mundo de la política, de Alfonsín a la actualidad, todos los gobiernos le dieron importancia al cine. Desde el regreso de la democracia hasta el día de hoy, la posición en todos los gobiernos en general ha sido de protección e incentivo al cine en la Argentina. Es un país que tiene una de las cuotas más altas del continente en cantidad de entradas vendidas por año per cápita y es fácil adivinar un consenso general acerca de cómo mejoró el cine argentino y de que está viviendo un gran momento histórico. Justamente por eso, y por su representatividad a nivel internacional, hay que cuidarlo y preservarlo. Incluyendo la coproducción con Colombia, El abrazo de la serpiente, que participa en este 2016, ya competimos tres veces en las películas en carrera cada 365 días; hoy es difícil pero no imposible. Sólo falta una cosa: sostener la decisión.
*Periodista, guionista y productor cinematográfico argentino. Conducirá el preshow de la 88ª entrega de los premios Oscar, por TNT.