La vida lastimada

Hemos vivido en la Argentina días de preocupación y desconcierto debido a los episodios de violencia. Varios muertos que traen una ausencia irreparable. Destrozos y robos que son una seria pérdida para muchos trabajadores y comerciantes. Lazos comunitarios que se dañaron.
Son situaciones que nos muestran un tejido social flojo, débil. ¿Debemos recordar lo que es obvio? Los reclamos salariales deben realizarse por medios legítimos que no pongan en riesgo la paz social y la integridad física de la población. Y esto es válido no solamente para las fuerzas policiales.
Unas cuantas ciudades fueron presa del miedo y obligaron a muchos vecinos a permanecer encerrados o suspender sus actividades habituales. Otros se organizaron por turnos con armas, subidos en los techos para defenderse como si estuviéramos sin ley y sin Estado. Una locura que derivó en luchas de pobres vs. pobres, vecinos vs. vecinos, personas vs. personas.
Las imágenes nos mostraban violencia, enojo, agresión. Ante una situación de aparente impunidad para robar emergió lo peor del corazón humano.
En algunos lugares se mencionaba que fueron bandas de narcos quienes incitaban los desmanes, en otros oscuros intereses.
Pero un mismo clamor recorrió el País: ¡queremos paz!
Lo cierto es que estas situaciones generan miedos y desconfianzas. Sumar más rejas a los negocios y las casas no nos ayuda a ser más hermanos.
Debemos seguir insistiendo con fuerza en la necesidad de amistad social. Ella será posible si somos capaces de tener horizontes comunes, unirnos en torno a necesidades y anhelos de todos. Hace pocas semanas teníamos el mismo sentimiento acerca de lo nocivo de la droga, y la necesidad de comprometernos por la salud y la vida plena de nuestros jóvenes. No dejemos que la violencia irracional nos desvíe de las preocupaciones que tenemos.
Hablando de violencia irracional les cuento un triste y vergonzoso episodio. En la noche del sábado 1 de diciembre, al salir de una fiesta de cumpleaños de 15, Bruno —de 18 años— fue detenido junto a otros jóvenes. Al decir que era hijo de Alicia Peresutti lo esposaron y pegaron entre 6 policías de la Provincia de Córdoba, y luego lo llevaron a la comisaría de “la Laguna” a 60 km de Villa María, y allí continuó la golpiza.
Alicia es fundadora y directora de una ONG que trabaja en contra de la trata de personas. El Papa Francisco, que la quiere mucho, la llamó por teléfono para interiorizarse y acercarle palabras de aliento.
Volcando la mirada hacia el Planeta, en estos días he leído un preocupante informe de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) de España, titulado “La persecución de los cristianos en el siglo XXI”. Allí se consigna que en los últimos 10 años fueron asesinados 100.000 cristianos en el mundo a causa de su fe. Me quedé paralizado…
Esto significa que cada día cerca de 20 cristianos de diversas edades son martirizados por su fe, por profesarla o no querer convertirse a otra religión.
Muchos discípulos de Jesús son desplazados por amenazas o violencia. Me conmovía el relato sobre la tortura y asesinato de un niño de 7 años a cargo de un grupo fundamentalista en la India.
¿Cuántos deberán morir para que algunos organismos internacionales alcen su voz? En esta semana se realizaron los Funerales de Nelson Mandela, un luchador por la igualdad de derechos de todos los seres humanos. La humanidad lo llora a él pero no abraza sus ideales. Jefes de Estado y líderes de todo el mundo asistieron quedando bien para la foto, pero sin un compromiso real con los pobres y perseguidos.
La Navidad nos trae una Noche de Paz. Necesitamos Paz y Justicia, todas las noches y todos los días.