Para que nadie se quede afuera del Colón

Para que nadie se quede afuera del Colón Para que nadie se quede afuera del Colón

El sábado pasado leí en PERFIL una interesante nota del doctor Jorge Güerrisi, titulada “Del estrés del quirófano a Liszt”, cuya idea central era: “La música clásica está de moda”. Como director del Teatro Colón, puedo dar fe de que es así. Cada vez hay más jóvenes que se interesan por la ópera, la danza, la música sinfónica y de cámara, y por la infinidad de manifestaciones artísticas que integran ese universo vasto, casi ilimitado, que sólo por razones prácticas se llama “música clásica”.
   Se ha hablado mucho de inclusión en los últimos años, pero el populismo no ha logrado sentar a la mesa de este gran banquete del arte a quienes más interés pueden tener en él. Se han ofrecido paliativos, siempre nivelando para abajo, suponiendo desinterés en ciertas manifestaciones artísticas, precisamente las que más necesitan de los recursos públicos para llegar a la gente. La experiencia del Teatro Colón demuestra que se trata de un prejuicio. Miles de jóvenes se acercan a todas las alternativas gratuitas que se les ofrecen en nuestro gran teatro. Los ensayos abiertos de ópera, ballet y conciertos; las presentaciones gratuitas de intérpretes argentinos los domingos a la mañana; las producciones en espacios alternativos de la Ciudad, como la Plaza Vaticano, la Usina del Arte, el Parque Centenario, demuestran la plasticidad de la música para adecuarse a contextos tan diferentes.               Hoy todos pueden sentirse cómodos a la hora de disfrutar del arte, desde aquellos que desean quedarse en su casa hasta los que viajan por el mundo. Con la tecnología del “streaming” hemos logrado que conciertos de alta demanda como los que tienen por protagonistas a Daniel Barenboim y Martha Argerich puedan estar al alcance de todos, en cualquier lugar y en cualquier momento. Y la respuesta ha sido, en todos los casos, apabullante. El Teatro Colón ya es pionero en esta forma verdadera de inclusión que posibilitan la tecnología y las políticas culturales que deciden tener como prioridad no rebajar nunca la calidad del producto. Y en esta materia no cabe ponerle límites de ningún tipo a esa calidad: como tantos, yo disfruto con la misma intensidad de Bob Dylan como de Beethoven, de Lou Reed como de Bach, de Miles Davis como de Chaikovski. La calidad atraviesa y sacude las categorías armadas por la sociedad o por la crítica, y permite que el gran arte tenga un poco de todo para todos. “Podemos aspirar al universo”, como decía Borges, aludiendo a esta orilla privilegiada del mundo que es la Argentina.
   Pero en el presente ni siquiera hay ya centros ni orillas. El mundo tiende a sumar fuerzas, a borrar límites. Tengo el orgullo de presidir, por el actual período Opera Latinoamérica (OLA), la institución que nuclea a los directores de los teatros líricos de nuestra región. Entre el 4 y el 6 de diciembre nos reuniremos en nuestra casa para trabajar en conjunto. La semana pasada estuve en Bucarest para la conferencia de Opera Europa, la principal organización europea de compañías y profesionales de ópera y festivales líricos. La entidad actualmente da servicio a 160 compañías de cuarenta países, centrando sus programas en temas actuales de la práctica artística de la lírica en el mundo. Allí intercambiamos ideas acerca de futuras coproducciones con teatros europeos y armamos estrategias de difusión vía web de los contenidos de nuestras casas de ópera. Desde mayo existe en Europa The Opera Platform, una plataforma online para la promoción y el disfrute de la ópera con la mejor información y una permanente actualización sobre 15 teatros europeos y 155 compañías y festivales. Estas son las iniciativas que marcan tendencia y que ayudarán a crear nuevos públicos y a que los artistas tengan cada vez más trabajo y sean profesionales más completos.
   Y el Colón, nuestro Colón, ya está inserto en este mundo. El objetivo de esta gestión es que no haya nadie con interés que quede afuera de esta experiencia fabulosa que es la ópera, la danza y la música en general; que todas estas disciplinas se potencien con la sinestesia de lo visual y la llegada directa que posibilita la tecnología. En febrero el Teatro Colón tendrá su primer Festival de Verano. De allí en adelante, nos espera un año intenso y maravilloso al que están especialmente invitados. Sí, la música clásica está de moda, y es genial que así sea.

*Director general y artístico del Teatro Colón.