COYOACÁN «Apuntes de viaje» por Luis Alberto Salvarezza

El segundo día de nuestra estadía en México, el 26 de octubre pasado, lo dedicamos a visitar Coyoacán, además de un centro donde preparan Tequila, Pulque y Mezcal, una fábrica de objetos de obsidiana o vidrio volcánico y Teotihuacán.

Y Coyoacán fue Frida y el mágico aullido de los coyotes en esa no menos mágica, fantasmal y culta ciudad que nos hace conocer Salvador Novo superponiendo historias, poesías y leyendas; fueron esas bebidas envueltas también en embriagante poeticidad, regalo de los dioses, fermentación y destilación del maguey y agave azul, cuya región tequilera, a pocos kilómetros de Guadalajara, el 12.07.2006 fue nombrada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco; fue una máscara de obsidiana introduciéndonos en oscuras profundidades a la vez que indicándonos el camino de la luz y pirámides escalonadas hacia el cielo, la de la luna y el sol. Y haber podido llegar a la cima entre contemplación y emociones.
Coyoacán, a través de tres voces náhuatl, dice del “lugar de los que tienen o poseen coyotes”. A propósito en el Jardín Centenario se encuentra la Fuente de los Coyotes, obra de Gabriel Ponzanelli; en el frente del hermosísimo Mercado de Artesanías, ubicado sobre la calle Felipe Carrillo Puerto 25, que divide el Jardín Hidalgo y el Jardín Centenario, un mural de azulejos con su figura y en la parte superior del Antiguo Palacio de Coyoacán (Siglo XVIII), sede del primer ayuntamiento del Valle de México y segundo en tierra firme de la Nueva España, también conocido como la Casa de Hernán Cortés, que más allá de la placa que fotografiamos y lo afirma, se nos dijo que nunca vivió allí, aúllan en la parte superior y esculturalmente otros dos coyotes. A propósito allí se encuentra la réplica del escudo de armas que el rey de España Felipe II otorgó en 1561 a la Villa de Coyoacán nombrándola cabecera del Marquesado del Valle de Oaxaca.
Estuvimos en la Parroquia San Juan Bautista, símbolo del Barroco Neohispánico y luego en el Museo Frida Kahlo o La Casa Azul, ubicada en Calle Londres 247, donde dada la proximidad del Día de los Muertos estaba armado un altar en su honor, además de encontrarnos con sus cenizas y la máscara mortuoria de Diego; su obra, sus objetos, las imágenes de sus antepasados, sus vestidos y el jardín que sigue floreciendo y enriqueciendo a ese lugar armado para crear y fotografiar y soñar. Perfumado.
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