Cuatreros robaron más de 400 vacunos

Conocen la zona como la palma de su mano y cuentan con recursos logísticos para arriar varios animales a la vez, carnearlos y luego comercializar la carne en el mercado negro o venderlos como animales en pie.

 

Mediante tareas de inteligencia, los cuatreros saben la dificultad que tienen algunos productores de llevar el control del ganado que está en los montes y aprovechan para arriarlos a campos cercanos para luego reducirlos. Desde la Brigada de Abigeato dicen que no tienen ninguna denuncia sobre estas maniobras delictivas.

Conocen la zona como la palma de su mano y cuentan con recursos logísticos para arriar varios animales a la vez, carnearlos y luego comercializar la carne en el mercado negro o venderlos como animales en pie. Los robos no son generalizados en la zona, no atacan a pequeños y medianos productores sino que van por el botín mayor, por aquellas estancias en las que, mediante información de peones rurales que trabajan en establecimientos puntuales y son «coimeados» por la misma organización se enteran de los puntos vulnerables en la seguridad de la estancia.

Saben que sus dueños no viven en su casco sino que vienen esporádicamente y ponen a cargo a un capataz. Gracias a esa información interna que obtienen de los peones, a los que contactan en los bares de la zona, montan luego toda una operatoria para hacerse con gran número de cabezas de ganado y pasarlos a campos vecinos por senderos dentro de los montes, o aprovechando alambrados rotos que nunca fueron reparados pese al conocimiento del productor.

Aplicando esta estrategia, la misma organización delictiva literalmente saqueó una estancia de 1700 hectáreas en la zona conocida como Punta Caballos, en el departamento Gualeguaychú. El estanciero que prefirió mantener su identidad en el anonimato por temor a represalias de los cuatreros, dijo haber perdido más de 400 animales el año pasado, algunos pudieron ser recuperados por el mismo capataz del campo pero otros terminaron vendidos como animales en pie o carneados en instalaciones muy precarias.

Los cuatreros saben que algunos de los animales que están robando son los que en la jerga ganadera se llaman orejanos, aquellos animales que nacieron en el monte y por la dificultad de acceder a esos lugares no pudieron ser marcados y no están en la contabilidad del registro ganadero de la estancia.

El capataz de una estancia de la zona, quien prefirió mantener su identidad en reserva, contó al diario El Argentino, que en sus recorridas a caballo por el monte «encontré islas de ganado de 20 a 30 cabezas, es decir que encierran las vacas rodeándolos con hilos eléctricos a batería y van sacándolas de acuerdo a los encargues de carne que tienen en el mercado informal».

Cerca de la estancia en cuestión, hay una chacra de 30 hectáreas que pertenece a un contador público domiciliado en Buenos Aires. En el interior de ese terreno, hay viejas instalaciones que están totalmente abandonadas desde hace tiempo; sin embargo hay huellas de que alguien estuvo allí hace poco.

En las habitaciones de la tapera, hay una heladera prácticamente nueva, un colchón de dos plazas y huesos de vacunos que alguna vez fueron carneados en el lugar. En un galpón semiabierto, hay botellas y damajuanas de vino vacías que al parecer fueron usadas hace poco.

A pesar de que en esa chacra hace tiempo que no vive nadie y no hay vacunos, se ve bosta de animales fresca cerca de los corrales que cuentan con una manga de carga, con señales de haber sido recientemente reparada y alambres eléctricos que parecen haber sido adquiridos poco tiempo atrás.

Según el empresario, los cuatreros acondicionaron la tapera, arreglaron la manga de carga de vacunos y utilizan esas mismas instalaciones abandonadas para cargar los animales robados y transportarlos en trailers que son traccionados por una camioneta 4 por 4, durante la penumbra de la noche, en una zona prácticamente despoblada de familias rurales.

Esta organización, según estima el entrevistado, estaría integrada por unas 17 personas que se mueven con camionetas 4 por 4, cuentan con recursos para arrendar campos y dinero para pagar la información brindada por algunos empleados infieles que trabajan en la zona.

Al parecer, en la misma organización hay roles definidos, un grupo se encarga de juntar el ganado y otro de trasladarlo para su comercialización ilegal.