El Palacio San José recibió una donación de los descendientes de Urquiza

Gastón Castro Biedma e Ivon Ibern, tataranietos del General donaron un abanico que perteneció a Doña Dolores Costa Brizuela de Urquiza. Además, visitaron el museo en relación a la restitución de los restos de Carmelo, bisabuelo de ambos, al panteón que mandó a construir su madre a fines del s. XIX en el Cementerio Municipal.

El domingo 7 de mayo, el Palacio San José recibió a la familia de Carmelo del Monte de Urquiza Costa, penúltimo hijo del General Justo José de Urquiza y Dolores Costa Brizuela de Urquiza, nacido el 21 de septiembre de 1868.

La visita de Gastón Castro Biedma e Ivon Ibern, tataranietos del General Urquiza, tuvo dos motivos. Por un lado, la visita de los descendientes a la residencia familiar y política de sus antepasados y donar un abanico que perteneció a Doña Dolores Costa Brizuela de Urquiza.

Por otro, restituir los restos de Carmelo al panteón que mandase a construir su madre a fines del s. XIX en el Cementerio Municipal.

Sobre la donación del abanico, la tataranieta de Dolores Costa de Urquiza, indicó: «Este objeto lo cuidó, guardó y conservó mi abuela María Carmen Timotea de Urquiza Micheli (1907-1994) quien fue hija legítima del matrimonio de José del Monte Carmelo de Urquiza Costa (1868-1909) y de Emilia Micheli Vischi (1884- 1941)»

«Según relatos familiares, mi abuela María del Carmen Timotea, cuando falleció su padre José del Monte Carmelo (llamado en la familia solamente con el nombre de “Carmelo”), tenía dos años y su hermana, María Emilia de Urquiza Micheli (1909-1958) contaba con escasos meses de vida», relató.

Y agregó: «Una vez viuda, a Emilia Micheli Vischi le permitieron continuar viviendo en la estancia San José. Luego de unos ocho años de permanencia, Emilia Micheli Vischi se trasladó junto a su familia a la ciudad de Buenos Aires. Antes de su fallecimiento, “Carmelo” cedió su parte de la herencia a su hermano, Cipriano de Urquiza Costa, y cuando falleció, la viuda se quedó con la fortuna de “Carmelo” y la de “Cipriano”».

«Es así que la mamá de mi abuela, Emilia Micheli se quedó sin fortuna, conservando solamente el apellido y varios objetos personales que pertenecieron a Dolores Costa de Urquiza, entre ellos este abanico que hoy entrego voluntariamente al Museo», expresó.

«El acto de donación implica un reconocimiento del valor patrimonial de esta pieza perteneciente al s. XIX y el deseo que la misma sea apreciada no solo por un grupo de personas allegadas a la familia, sino por la sociedad en general».

La incorporación de esta reliquia se suma a la colección de 3862 piezas que custodia el Palacio San José. Además, implica un acto de re-afirmación de la función pública del Museo al preservar, dar a conocer y poner en valor y disposición piezas que relatan nuestra historia. También supone un desafío al abrir el interrogante respecto de los modos de acceso público a nuestro patrimonio y el vínculo que establecemos con el pasado para apropiarnos de dicha historia y compartirla en comunidad.

Tras la aprobación correspondiente de la Dirección Nacional de Bienes y Sitios Culturales y la asignación de un número de inventario por parte del Área de Colecciones del Palacio San José -y en concordancia con el Área de Conservación y Montaje-, la pieza en cuestión comenzará a ser exhibida en la exposición permanente del Museo y Monumento Histórico Nacional Justo José de Urquiza.

Nélida Impini, integrante del Área de Conservación junto con Guillermina Bevacqua, directora del Palacio San José, recibieron el abanico perteneciente a Dolores Costa.

Respecto a la restitución de los restos de Carmelo, moraron en el cementerio local, no obstante, en 1970 fueron trasladados a la quinta de quien fuera su esposa, Emilia Micheli Vischi, en el barrio parque El Cazador, en la ciudad de Belén de Escobar, donde se encontraban al resguardo de la familia.