“En Italia tomo mate en los ensayos”

“En Italia tomo mate en los ensayos”

El barítono italiano adelanta cómo será la versión de El barbero de Sevilla en el Colón. Elogia el nivel argentino, confiesa que Plácido Domingo lo ayudó a volverse famoso y agradece actuar en el Primer Coliseo.

“En Italia tomo mate en los ensayos”

Del 29 de abril al 6 de mayo se sucederán en el Teatro Colón las funciones de El barbero de Sevilla, la celebérrima ópera de Gioachino Rossini. Se trata del cierre de un ciclo de tres óperas compuestas a partir de las obras del francés Pierre-Augustin de Beaumarchais: El barbero de Sevilla y Las bodas de Fígaro. En el principal coliseo porteño, en 2012, Riccardo Muti había dirigido I due Figaro, de Saverio Mercadante. En 2013, Las bodas de Fígaro, de Mozart, se había hecho bajo la batuta de Roberto Paternostro y con puesta en escena de Davide Livermore y Alfonso Antoniozzi. Ahora, el equipo artístico que ofrece el montaje de Rossini tiene la mirada musical del español Miguel Angel Gómez Martínez, la perspectiva escénica del coreógrafo argentino Mauricio Wainrot y la escenografía y vestuario de Graciela Galán. En este equipo, importa también el histrionismo que promete Mario Cassi. Este barítono nacido en Arezzo, Italia, está siendo solicitado por los teatros del mundo para hacer de barbero. De hecho, en el Colón representará a este personaje por tercera vez en lo que va de su año; primero fue en Madrid, luego en Nápoles y ahora en Buenos Aires. Esto lo cuenta hablando un español imperfecto pero muy voluntarioso: “El trabajo de artista es comunicación, por eso siempre intento comunicarme en la lengua del pueblo adonde voy a cantar. Para mí es importantísimo no sólo hablar, sino también vivir como se vive en cada lugar”.

—¿Entonces has tomado mate?
—Al mate, ya lo conocía en Italia a través del queridísimo Juan Francisco Gadell (tenor argentino consagrado en Europa, parte del elenco en esta versión de El barbero…). El me enseñó a tomar mate antes de los ensayos, algo que hago en Italia. Pero quisiera que no se divulgara este secreto, je je, porque es una cosa ideal para el cantante: da una energía increíble. En Italia, Francia, España, conseguir yerba es fácil, sobre todo en negocios de brasileños. Lo que no es simple es hacer el verdadero mate; yo hago lo que se llama mate cocido.

—¿Qué retos implica hacer una obra tan conocida como “El barbero…”?
—Cada vez, intento hacer cosas distintas, pero hay que aceptar que es una obra súper conocida. Entonces, cuando tú cantas el aria Largo al factótum, todo el mundo te confronta con los millones de otros barítonos de todos los tiempos que la han cantado y a veces de manera súper excelente. Pero es un papel que siempre enamora: es un personaje muy positivo, solar, que intenta hacer lo mejor por los otros. Está el detalle del dinero: lo que Fígaro hace lo hace por su beneficio personal. Pero esto no es ni cínico ni negativo: hay que pensar que, en su momento histórico, estaba el privilegio de la nobleza, y este personaje nuevo conquista al mundo con su cabeza, su genialidad, no con privilegios. Por eso, hoy, cuando la gente está decepcionada y espera un futuro mejor, este personaje da mucha esperanza, mucha luz.
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—Conocés los principales teatros del mundo. ¿Cómo ves al Colón en relación con ellos?
—Trabajo en teatros como la Scala de Milán, la Opera de Viena, el Real de Madrid: aquí he encontrado un nivel excepcional de calidad y de amistad: los técnicos, los músicos, el coro… El Colón es uno de los teatros históricos más importantes del mundo. Acá, cuando sales al escenario, sientes a tu espalda todos los otros artistas excepcionales de fama mundial que han estado. Es algo que te da no miedo, pero sí un poquito de responsabilidad, ansiedad, porque quieres hacer lo mejor.

 

Bendecido por dos gigantes

En 2003, Mario Cassi ganó, en la categoría de zarzuela, el concurso Operalia, fundado por Plácido Domingo. Sobre las consecuencias de ese acontecimiento, dice: “Plácido Domingo me ha dado mucha suerte, porque luego de ganar su concurso, mi carrera empezó a tener una línea internacional. Domingo es un artista increíble, un artista total, que ha hecho todo. Por ejemplo, una vez en París, él dirigió la orquesta mientras yo cantaba el aria de Fígaro. Además, es impresionante: cada vez que nos vemos, él siempre se acuerda de mí. Pero no sólo se acuerda de mí, sino que tiene memoria para todos los artistas que conoce, y eso es fantástico”.

Otro artista central en la trayectoria de Cassi es Riccardo Muti: “En los últimos ocho años hemos trabajado muchas veces juntos (entre otras ocasiones, en I due Figaro, en el Colón en 20012). Me ha formado en la parte no sólo musical sino también artística. Me ha enseñado a mostrarle al público un personaje, un papel, partiendo del texto y de la música, siempre pensando en el autor, en la palabra. Otra cosa que me ha transmitido es una misión cultural, sobre todo de los italianos: nuestra ópera italiana, en países de América del Norte o Europa”.