Insulté hasta a las botineras

Insulté hasta a las botineras Cada vez que me siento a mirar los partidos de la Selección la cadena de improperios incluye a novias, esposas y amantes. ¡Pero la pasión es la misma! Insulté hasta a las botineras

Defectos de periodista de espectáculos, cada vez que me siento a mirar los partidos de la Selección la cadena de improperios incluye a novias, esposas y amantes. ¡Pero la pasión es la misma!

Por Marcela Tarrio – Editora Jefa

Difícil escribir una editorial mundialista este lunes 23 de junio, sabiendo que cuando la lean, habrá llegado Nigeria, con todo lo que eso implica. Y por ese motivo cobarde (¡ni pienso arriesgar un resultado!), prefiero irme por las ramas y hablar de generalidades
invariables, inmutables e intransigentes ante cualquier destino, grupo o factor. Hoy quiero hablar de ellos, de sus mujeres, y de mí. Porque sentada en el sofá de mi casa, mirando el agonizante partido de la selección de Sabella del sábado, entendí que no puedo estar tan desquiciada.

Así grita una periodista de espectáculos mirando Argentina–Irán (pero súmenle las malas palabras que ahorré por decoro): ¡Dale, Kun, qué te pasa, Karina te cortó las piernas! ¡Aflojá con la princesita y movete, nene, hacé de cuenta que te corren Gianinna, Dalma y el Diego, y volá! ¡Bien Romerito, nos salvaste! Yo siempre dije que Eliana Guercio sabía lo que hacía! Ella no tenía ni media carrera, se le pasaba el cuarto de hora, se enganchó al morocho y mirá lo bien que la hizo! ¡Grande Romero! ¡Qué visión de futuro tuvo esta chica! ¡Y vos, Higuaín, mucha facha, vas de la Marengo a la tana del yate, las tenés a todas muertas pero lo único que tenés muerto hoy es el alma! ¡Se mueve más Yanina Latorre en el Bailando que vos hoy en la cancha! ¡Cambio, Sabella, poné a Lavezzi, que al menos anda re bien con Yanina Screpante y capaz que tiene los pies en la tierra! ¡Dale Gago, pasala, che, diez minutos para pasarla, nene…! ¿Y el toque, dónde está? Dejala a tu mujer Gisela Dulko que seguro la pasa más rápido y de revés! ¡Ay, Garay! ¿Qué pasó, papi…? ¡Correla… Hacé de cuenta que es Tamara Gorro haciéndote “oooole” y correla! Al menos ella ya tiene el título de Balón Rosa y nosotros si jugamos así nos vamos a ir a casa con las manos vacías como se fueron los de su país! ¡No… Zabaleta, por Dios! ¡Qué suerte que el árbitro no lo vio porque eso fue un penal de acá a Irán! ¿En qué estabas pensando, en Christel Castaño, querido…? ¡Si ya es tuya, Pablo! ¡Casi tiramos el 1 a 0 por la borda con lo que nos costó!

Como perros y como gatos
Y así podría seguir con el banco, donde Demichellis espera su turno con Evangelina
Anderson en la platea, junto al resto de las botineras que se meten en mis gritos casi por defecto profesional. Y ni hablar cuando veo los partidos europeos, en los que puedo recitar con la velocidad que mi tío dice la formación de River del ’80, los nombres de cada
una de las novias, amantes o esposas de los futbolistas más destacados. Está en mis genes. Y será por eso que, buscándole el chimento a la tarde, la agonía se me hizo más llevadera. Pero lo cierto es que sufrimos como perros y ganamos como gatos, a los arañazos, y gracias al golazo del mejor jugador del mundo Lio Messi, capaz de hacer que esos 5 segundos de gloria y maestría borren 90 minutos de inmovilidad en la cancha y desasosiego en la tribuna. Jugamos horrible (sí, Di María, un poco de autocrítica, por favor), pero ganamos. Y hoy lunes 23, sin saber cómo quedamos en el grupo, la alegría
aún es más fuerte. Y el sueño sigue intacto.

27 de junio de 2014