Invoca el rol del arrepentido el hombre juzgado por transportar 230 kilos de droga

Invoca el rol del arrepentido el hombre juzgado por transportar 230 kilos de droga

El 9 de agosto de 2012, en horas de la madrugada, Elías Juan García, de 31 años, ingresó a la provincia a bordo de un automóvil Volkswagen Voyage, proveniente de Corrientes. A los pocos kilómetros, a la altura de Paso Telégrafo, el hombre fue sorprendido por un control policial. 

 

 Sospechosamente, García intentó eludir a los uniformados, pero fue detenido. Detrás suyo, sin embargo, huyó a gran velocidad un Chevrolet Corsa que estaba siendo requisado y los policías salieron inmediatamente en su persecución. 

Cuando los policías le pidieron que abriera el baúl, García se negó, entonces pidieron la orden del juez y, mientras tanto, pasaron un perro entrenado en la detección de narcóticos alrededor del vehículo. Cuando finalmente lograron abrir la parte trasera del automóvil, encontraron 250 paquetes rectangulares dentro de bolsas negras. En total eran 230 kilos de marihuana.
El Chevrolet Corsa, en tanto, fue hallado abandonado y con las puertas abiertas unos cuantos kilómetros más adelante. En su interior, y también alrededor del auto, se hallaron otros 220 kilos de marihuana.
Ambos automóviles habían sido robados dos meses antes en el partido bonaerense de La Matanza. La documentación del Volkswagen Voyage en que se conducía García era falsa y la identificación del chasis y de los vidrios había sido limada. Por esto, además del delito de transporte de estupefacientes, el hombre también está siendo juzgado por uso de documento público adulterado.
En el inicio del debate, García dijo que prestaría declaración indagatoria, pero que lo haría al finalizar la ronda de testigos, lo que sucederá recién en la jornada del miércoles. Pero la presidenta del tribunal, Lilia Carnero, le recordó que en la etapa de instrucción, había declarado bajo la figura del “arrepentido”, prevista en la ley que reprime la tenencia y el tráfico de estupefacientes.
Esta figura implica que la persona, al haber tomado parte de alguno de los delitos tipificados por la ley de drogas, luego presta colaboración con la Justicia de modo tal que su pena pueda ser reducida o eximida.
En tanto, el conductor del otro automóvil, un hombre de apellido Coria, fue detenido tiempo después y se encuentra actualmente detenido y procesado en una causa que se tramita en el Juzgado Federal de Paraná.
Ayer, en la segunda audiencia, declararon 10 personas, entre los testigos civiles y policías que participaron del procedimiento en el que se incautó la droga. Además, declaró un gendarme que trabaja en Corrientes y señaló que García, antes de ser detenido, actuaba como informante suyo, aunque su testimonio estuvo marcado por algunas contradicciones.
Uno de los policías contó que Coria, a bordo del Corsa, al principio colaboró con el procedimiento, brindó la documentación, dijo hacia dónde iba y se mostró prudente en el trato. Sin embargo, su actitud se modificó cuando le exigieron que presentara los elementos de seguridad del vehículo: primero dijo que estaban en el baúl, pero que no podía abrirlo porque “estaba deteriorado”, entonces le pidieron que descendiera y tratara de abrirlo. Coria bajó, fue hasta la parte trasera, pero insistió con la imposibilidad de abrirlo y, mientras los oficiales aguardaban cerca del baúl, Coria dijo que iba a buscar las llaves, se subió al auto, encendió el motor y huyó del lugar.
El policía contó que se inició una persecución y que el auto recién fue hallado unos 10 kilómetros más adelante, sobre la banquina, con las puertas abiertas y bolsas de residuo desparramadas por el piso y en el asiento trasero.
El resto de los policías confirmó que el primer auto que se requisó fue el Chevrolet Corsa; y coincidieron en que García, que conducía el Volkswagen Voyage, presenció todo el procedimiento. Algunos hasta recordaron haberlo visto nervioso y en silencio.
El último testigo fue Roberto Ortiz, un agente de Gendarmería, que señaló a García como su “informante” cuando trabajaba en el área de Investigaciones de la fuerza de seguridad en la ciudad de Corrientes y dijo que gracias a la información que le había proporcionado, en tres ocasiones pudieron realizar procedimientos exitosos en los que se secuestraron importantes cantidades de estupefacientes e inclusive en uno de ellos se había arrestado a una persona.
Sin embargo, incurrió en serias contradicciones: dijo que el imputado actuaba en la organización como “infiltrado”, aunque después señaló que no era parte, sino que conocía de sus movimientos por su trabajo como chofer de remís y que así había podido obtener información sobre la banda de la que formaba parte Coria.
Respecto a Coria, el gendarme comentó que no lo conocía, pero que escuchaba hablar de él y por eso lo perseguía. Según dijo, pertenecía a la misma banda a la que le habían incautado en tres oportunidades gran cantidad de marihuana. Pero titubeó cuando el fiscal José Ignacio Candioti le preguntó cómo era posible que García, siendo remisero, conociera tanto de las operaciones de la organización.
Pero el punto más contradictorio se dio sobre el final de su declaración, cuando dijo que García era compañero de Coria. Entonces, cuando Candioti le pidió que explicara esa relación, el gendarme se rectificó y dijo que el compañero de Coria no era su informante, García, sino un tal Sergio Ponce, que se encontraba detenido. (El Diario)