Juzgan en Paraná a narco uruguayense

Javier Alejandro Caire era uno de los cabecillas de la banda que está siendo juzgada por estos días ante el Tribunal Oral Federal de Paraná. La cantidad secuestrada, más el lujo de la casa y los vehículos que tenía revelan la capacidad económica de una organización que, se sospecha, también exportaba drogas a la República Oriental del Uruguay.

Junto a Mario Roberto «El Gordo» González están siendo juzgados, junto con otras trece personas, entre las que hay familiares suyos, un policía provincial, policías federales y un gendarme, como integrantes de una asociación ilícita dedicada a la venta de cocaína y marihuana.

Tras el arresto fortuito de Carlos Antonio Callero, que ocurrió en Colón, surgió su vinculación con Javier Alejandro Caire, a quien la Policía conocía del negocio de desarmaderos y comercio de autopartes en Concepción del Uruguay.. En principio, el automóvil Fiat Duna que conducía Callero, al cual estaba enganchado el tráiler con la lancha donde escondía la droga, estaba a nombre de Nicolás Alberto Stur, primo de Caire, y éste había sido el propietario anterior del vehículo. Además, Callero y Caire eran concuñados, ya que las parejas de ambos son hermanas entre sí.

En la continuidad de la investigación se pudo determinar que Stur y Néstor Javier Neuvirth tenían contacto directo con Caire, trabajaban con él en un taller mecánico y eran los encargados de transportar la droga desde Buenos Aires hasta Concepción del Uruguay, para luego distribuirla en las distintas bocas de expendio; y Neuvirth, además, era una especie de presta-nombre de Caire para ocultar la compra de bienes con el dinero del narcotráfico..

Vivía en La Escondida

La capacidad económica de la organización era tal que Caire, que se presenta como dueño de un taller mecánico y dedicado a la compra y venta de repuestos, tenía un BMW a su nombre; un Chevrolet Onix a nombre de su pareja, Nadia Soledad Maidana, para el que contaba con una cédula azul que lo autorizaba a conducirlo; un Ford T de colección y una lancha, entre otros vehículos.

Caire vivía en una especie de cabaña de dos plantas, con «varios plasmas», según dijo un testigo, con un amplio parque en el barrio La Escondida, en las afueras de Concepción del Uruguay, en medio de otras «casas de buena pinta», como diría el testigo.. Allí, la Policía encontró 61.000 pesos escondidos en una campana extractora de aire de la cocina.

Caire, que unas horas antes de aquel allanamiento había sido demorado en la ruta volviendo de Buenos Aires, fue detenido dos días después, el 14 de mayo de 2015.

 

Otra característica era que la estructura organizacional estaba constituida por grupos familiares. Se cree, por ejemplo, que Orlando Daniel Caire, el padre de Javier, dueño de una distribuidora de helados, prestaba los galpones de su negocio para el almacenamiento la droga, aunque en el allanamiento no se encontraron vestigios de estupefacientes. Lo que sí encontraron en el galpón fue algo no menos importante y revelador: en el compartimento donde se aloja el motor de un freezer estaban las llaves del BMW y dos fajos de dinero, uno que totalizó 70.000 pesos y otro de 22.000 pesos.