La pantalla apuesta a los crímenes

La pantalla apuesta a los crímenes Con Noche y día, que se estrena en breve, El Trece se suma a la tendencia exitosa abierta por Escobar, el patrón del mal: relatos policiales para la pantalla chica. Los programas que peparan Julio Chávez y Sebastián Ortega. La pantalla apuesta a los crímenes

Este año, tanto El patrón del mal como La viuda negra muestran cómo desde el prime time del frío Canal 9 se consiguen muy buenos números con las narconovelas. Por eso, con el estreno de Noche y día el 17 de noviembre, El Trece da el primer paso de lo que será un 2015 con una fuerte presencia del género. Además de la tira que protagonizarán Facundo Arana, Romina Gaetani y Oscar Martínez, en Pol-ka preparan un unitario encabezado por Julio Chávez, en el que el actor interpretará a un asesino serial. Por el lado de Telefe, hace rato que Underground trabaja en una miniserie junto a Adrián Caetano, en la que se retratarán los crímenes del clan Puccio y contará con Diego Peretti y el Chino Darín en los papeles principales.

Para la escritora Claudia Piñeiro “el policial siempre tuvo mucha raigambre popular. A la gente le interesa que le cuenten esas historias y hay diversas teorías de por qué. Una es básicamente la búsqueda de la verdad. El otro punto es lo pegado que está a lo social: el género también sirve para mostrar las sociedades donde se cometen esos crímenes”. “Los autores y los productores independientes están mirando qué quiere ver en pantalla el espectador. Mucha gente te dice que hace bastante no se engancha con ninguna ficción argentina. No sólo hemos perdido público porque han cambiado los hábitos tecnológicos, sino porque aburrimos al espectador”, confiesa el guionista Marcelo Camaño, que trabaja en una versión televisiva de lo que fue el robo a la sucursal del Banco Río y en una cinematográfica sobre la vida de Carlos Robledo Puch. Entre una cosa y la otra parecen estar las bases de la apuesta y el personaje de Oscar Martínez en Noche y día bien podría servir como ejemplo. “En la tira seré un alto jefe, que aspira a ser ministro de Seguridad, que está más en la rosca política que en otra cosa. Un personaje bastante corrupto y perverso, metido en negocios oscuros”, cuenta.

La identificación con el villano es otra de las patas donde se afirma el policial. En ese sentido, Ricardo Canaletti dice que históricamente es mucho el público que se siente atraído por el malo de la película. “Hay gente que se identifica por más que lo tengan como referente de lo que no debe ser. Todo el mundo quiso ser Mario Fendrich, porque en épocas de miseria te identificás con el tipo del banco que contaba la plata y un día se hartó y se la llevó toda”, asegura el periodista y conductor de La cámara del crimen. En ese contexto, se puede ver el éxito de historias como la de Pablo Escobar, que en su capítulo final tuvo 10,8 puntos de rating, o la de su mentora, La viuda negra, que hoy llega a casi 9 en una señal con mediciones mucho más modestas.

Sin embargo, en nuestras producciones todavía cuesta ver historias basadas en personajes reales. “El caso Melina no deja de tener un montón de elementos que podríamos haber realizado en ficción, pero si cualquiera de nosotros llevara esa idea adelante, la de una familia que viviera esa desgracia, y la rodeáramos de todos los elementos del género, lo primero que te dicen es “casos reales no”. La ficción sobre el clan Puccio es muy particular, es única. “Es imposible que tengamos un productor que quiera trabajar la mafia en Rosario con el tráfico de drogas”, reflexiona Camaño.

“A veces, cuando contás esas ficciones, tenés que alejarte un poco. Cuando investigás lo real, tenés muchos datos, pero a veces para contar la historia necesitás modificarlos un poco. Ahí se presenta el tema de hasta cuándo es un documental y hasta cuándo es una ficción basada en un hecho real. Muchas veces los personajes necesitan una potencia que la realidad no tiene”, explica Piñeiro. De todas formas, en las series que no tienen como origen un caso real también está el peligro de que lo cotidiano diluya lo artístico. “Ser villano en un policial siendo funcionario tiene el riesgo de ser inverosímil, porque generalmente son muy hábiles. A los que llegan a juntar mucho poder, no se les nota tanto que son malos, porque si no, no llegarían a acumular tanto poder. Es una cornisa muy finita por la que hay que andar haciendo equilibrio como para que se crea que alguien tiene la capacidad de ser tan perverso sin que se le note tanto”, describe Martínez.

El fenómeno en la producción de policiales que se presume para nuestro país llegó un rato antes al resto del globo. Con sus diferencias, series como Breaking Bad, The Killing, o True Detective cuentan con fanáticos por todo el mundo, pero el boom no se detiene en Hollywood. Esta semana, HBO estrenó para Latinoamérica Gomorra, la serie italiana basada en el libro de Roberto Saviano, que cuenta la adaptación de la mafia napolitana a las nuevas generaciones. La misma señal va por el segundo año de la mexicana Sr. Avila (la historia de un vendedor de seguros con una doble vida como asesino a sueldo) y tuvo en pantalla por tres temporadas el unitario chileno Prófugos, protagonizado por Benjamín Vicuña.
Otra gran industria es la de las narconovelas.

Entre Caracol, Televisa y RTI llevan producidas decenas de estas miniseries que por sus tierras son un éxito seguro y que, a partir de Pablo Escobar: el patrón del mal, aquí también lo son. Luego de la gran performance que tuvo la tira protagonizada por Andrés Parra, Canal 9 apostó a la continuidad con El señor de los cielos (que contaba vida y obra del líder del cartel de Juárez), cuyo guionista era el ex narco Andrés López, el mismo que hoy tiene en sus manos el esperado proyecto sobre el Chapo Guzmán. Hoy, la señal sacude a la audiencia con La viuda negra (La patrona del patrón), protagonizada por la mexicana Ana Serradilla.

Porque violencia hay en todas las latitudes, sólo que no en todas se atreven a mostrarla.