Lionel Messi vintage y los culones

Lionel Messi vintage y los culones Una historia futbolera y la hipótesis del requisito catalán para los goleadores. Lionel Messi vintage y los culones

En el partido ante el Osasuna, Lionel Messi logró lo que hace veinte años se consideraba único, irrepetible e inalcanzable: superar el récord de 369 tantos con la camiseta del Barcelona que marcó Paulino Alcántara entre 1916 y 1927 para transformarse, de esta manera, en el máximo goleador en la historia del club. ¿Se puede decir algo brillante sobre Messi que no se haya dicho antes? No. Por lo tanto, estimado lector, si usted espera encontrar algún dato nuevo, estoy obligado por la relación que nos une, a recomendarle que corte aquí su lectura y ahorre su tiempo. Puedo garantizarle que, de aquí en más, sólo encontrará una historia futbolera y la hipótesis del requisito catalán para los goleadores.

Ilo-Ilo es una ciudad de la isla de Panay en Filipinas y lugar de nacimiento de Paulino Alcántara. Este era el destino de su padre, un militar catalán enviado a cumplir labores en la colonia española. Cuando el país se independizó, las tropas regresaron a España. Paulino tenía tres años. Alcántara era un jovencito filipino de tez morena y apariencia enclenque que no gozaba de muy buena salud. Le encantaba el fútbol y lo jugaba, desoyendo las recomendaciones médicas. Comenzó a jugar en las plazas de Barcelona y en los recreos del Colegio Jesuita de la calle Cosme, pasó por el Universitary Sport Club, hasta que consiguió las dos pesetas necesarias para asociarse al Barcelona.

Una vez dentro, convenció al histórico presidente Joan Gamper para organizar el primer equipo juvenil de la institución. Apenas un tiempo después, en 1912, con 15 años y 4 meses debutó en Primera (récord que aún le pertenece). Para ese entonces, todavía no había nacido la Liga (comenzó en 1929), y las competencias oficiales del Barcelona eran el “Campionat de Catalunya” y la Copa del Rey. En su debut, Paulino convirtió tres goles para vencer al Catalá. El partido se disputó en el Camp del Carrer Industria (el Camp Nou, de aquel entonces), terreno que terminaría dándole el nombre de “culers” (culones) a los hinchas del Barça: un estadio pequeño que se llenaba fácilmente y donde la gente terminaba sentándose en el muro exterior, “dejando el culo” fuera del estadio. Su carrera como jugador culé sufrió dos interrupciones: la primera involuntaria y transitoria, la segunda por motus propio y definitiva.

Asomaba la primavera de 1916, Paulino llevaba tres años en el primer equipo y ya estaba consolidado como el mejor jugador del club. El clima político en Filipinas se normalizó y la familia Alcántara decidió volver a juntarse con el entorno materno. A regañadientes, dado que no podía mantenerse por su cuenta, el 16 de mayo Paulino se embarcó con destino a Manila. Allí, intensificó sus estudios de medicina y siguió jugando al fútbol en el Bohemian Sporting Club. Retornó a España solo, un par de años después, angustiado por el descenso de su equipo y por el ruego de sus amigos. Sumando los dos períodos convirtió 369 goles en 357 partidos para ganar cinco ediciones de la Copa del Rey y diez del Campionat de Catalunya. En 1927, ya cansado de oficiar como capitán y de discutir con Joan Gamper y el resto de la dirigencia del club, le puso punto final a su carrera deportiva. A partir de ahí, no sólo se dedicó a ejercer la medicina, también fue dirigente del club y, en un tiempo, entrenador de fútbol. Paulino falleció en 1964, a los 67 años, pero su legado fue tal que 50 años después (en 2007) la FIFA lo galardonó como el mejor futbolista asiático de la historia.

Ayer, con una zamarra antigua acordonada, una pelota de cuero con costura y un arcón “cargado de recuerdos”, Lionel Messi emuló, nueve décadas después, a Paulino Alcántara en una sesión fotográfica organizada por un periódico catalán. La imagen invita a pensar en las similitudes entre ambos futbolistas. Así como están dadas las cosas, para ser el máximo goleador del Barcelona no alcanza con tener talento y gol, también hay que nacer en el extranjero, en el seno de una familia de clase media (sin privaciones pero sin lujos), sufrir problemas de salud en la infancia, poseer un físico raquítico, contrarrestar todas las expectativas del entorno, en la infancia emigrar a Barcelona, iniciarse en las inferiores del club y, con todo esto, más una voracidad absurda por convertir goles y una dosis XXL de suerte, tal vez aparezca alguien en una centuria, que derribe los récords de Leo Messi en el Barcelona.