Racing, el Atlético y el profeta Simeone

Racing, el Atlético y el profeta Simeone Ambos equipos tienen muchas similitudes y una persona que las une. Racing, el Atlético y el profeta Simeone

 “Soy un convencido de que lo emocional mueve montañas, que sólo el corazón a veces les puede ganar a los presupuestos”, Diego Pablo Simeone, entrenador argentino.

El 25 de mayo de 1996 fue sábado. En la Argentina, se conmemoraba el centésimo octogésimo sexto aniversario de la Revolución de Mayo. La convertibilidad y el dólar barato potenciaban al fútbol argentino que pagaba salarios millonarios de nivel europeo. Los equipos grandes, llenos de figuras de nivel de selección, se disputaban un campeonato apasionante. El pueblo racinguista se entusiasmaba tras la goleada en el Cilindro (4 a 1 a Gimnasia Esgrima de Jujuy) con goles del “Mago” Capria, el “Piojo” López y dos del “Lagarto” Fleita.

Ese mismo día, en Madrid, un argentino (de sentimiento racinguista) convertía el gol que le daba el título de Liga a su equipo: anticipó a su marcador en un tiro libre lateral, que partió desde tres cuartos de cancha sobre la derecha, y con un cabezazo rastrero superó al arquero del Albacete. El triunfo consagraba campeón al Atlético Madrid y lo entronó en el altar colchonero. Un mes antes, ese mismo equipo, había conquistado la Copa del Rey al vencer al Barcelona de Cruyff y terminó pasando a la historia como: “El Atleti del doblete”.

El tiempo pasó, los momentos de gloria se esfumaron y el jugador continuó su carrera en Italia. El polémico propietario de Atlético Madrid, Jesús Gil y Gil (empresario multimillonario y alcalde de la ciudad de Marbella), terminó preso por estafas. El club fue intervenido por la justicia y los hinchas sufrieron el descenso a Segunda. La vuelta a Primera los encontró acostumbrados a que terminar cuartos en la Liga era el título máximo al que podían aspirar. Para colmo de males, el club había quedado en manos de Enrique Cerezo, quien había sido cómplice de Gil para quedarse con el club sin poner una peseta. Cualquier similitud con Racing es pura coincidencia.

Los argentinos que conocen el fútbol español dicen que el Atlético Madrid es el Racing Club español. El periodista español de DirecTV Sports, Borja de Matías, desde el otro lado, como colchonero de alma y residente en la Argentina, confirma esta asociación: “Tanto Racing como el Atleti son grandes por historia y por gente pero, a diferencia de los otros grandes, son sufridos, les cuesta ganar títulos y las malas administraciones los llevaron a ser manejados por capitales privados”.

Al momento de buscar un nexo entre ellos, indefectiblemente hay que pensar en Diego Pablo Simeone: hincha de la Academia, campeón como jugador con el Atlético, se retiró del fútbol jugando en Racing para iniciar (en el mismo momento) su carrera como entrenador y ahora es el técnico del equipo madrileño.

La historia de Simeone corrobora el refrán del “nadie es profeta en su tierra”: como entrenador de Racing tuvo dos ciclos y en el último terminó siendo sumamente cuestionado por los hinchas pese a que el equipo terminó segundo en el campeonato y llegó a la final de la Copa Argentina (perdió 2 a 1 con Boca). Sin sentirse abatido y buscando nuevos horizontes decidió emigrar al Atlético Madrid, su otro lugar en el mundo, para reemplazar a Gregorio Manzano (quien había sido su entrenador en la temporada 2003/4).

El Atlético al que llegó Simeone, según Borja de Matías, era un equipo “con jugadores a los que no le sobraba jerarquía y, a veces, se tornaban incapaces de dar dos pases seguidos”. Los hinchas menores de 20 años no sabían y ya ni soñaban con festejar un título. Había transcurrido la mitad de la temporada, era enero de 2012, y para ese entonces el equipo se ubicaba en la zona baja de la tabla. El club, según el reconocido periodista español Alfredo Relaño del diario As, se había convertido en “una granja de engorde, para regocijo y alimento de los grandes clubes de Europa”. La tendencia de las últimas temporadas era que cualquier jugador que sobresaliese de la media, luego de hacerse de renombre en el club, emigrase hacia otras plazas más rentables, con objetivos deportivos serios y proyectos de largo plazo: Fernando Torres, el Kun Agüero y Radamel Falcao, fueron algunos de los más recordados.

Con Simeone en la dirección técnica, el escenario empezó a cambiar. A nivel local, el Atleti empezó a mezclarse en la pelea por los puestos de arriba de la Liga (llegó a ser el único puntero en febrero de 2014, algo que no ocurría desde la década del 90); también hilvanó el mayor invicto de su historia (23 partidos consecutivos) y ganó la Copa del Rey 2013. A nivel internacional, pisó fuerte: ganó la UEFA Europa League y la Supercopa de Europa (2012).

A tal punto el Cholo transformó el presente del Atlético Madrid, que pese a que la deuda del club sigue rondando los 500.000.000 de euros, el hincha se olvidó de la dupla Gil-Cerezo para saborear las mieles del éxito. En la semana, de manera sorpresiva, apabulló al Milan (parcial global de 5 a 1) y logró pasar de ronda en una fase de eliminación directa, por primera vez en su historia en Champions: en la temporada 96-97 había sido eliminado por el Ajax y en la 2008-09 por el Porto. En la Argentina, este logro casi ni fue noticia, pero sí se habló mucho sobre la falta de victorias de “El Racing de Mostaza” y de la vertiginosa forma en que se está complicando su permanencia en Primera.

Para Simeone, “el fútbol es todo: la mente, el corazón y el talento. Si lo conseguís, eso te hace sentir indestructible”. Pese a las varias similitudes, indudablemente en la actualidad, algo de esto le falta a Racing y le sobra al Atlético.