Simeone, en los cielos de España

Simeone, en los cielos de España El entrenador condujo a su equipo a ganar la Liga después de diez años de hegemonía del Barcelona y el Real Madrid. Un título logrado con las armas del Cholo: esfuerzo, mentalidad y amor propio. Simeone, en los cielos de España

Lo presentaron en el ya lejano diciembre de 2011, y en su primera frase como entrenador del Atlético de Madrid dejó claro que llegaba para devolverle al equipo la gloria que supo ganar con él dentro de la cancha: “Me encantaría poder ver un equipo fuerte, agresivo, aguerrido, contragolpeador, veloz, lo que nos identificó siempre, tener claro a qué jugamos, la historia nuestra es eso”. Con esas palabras Diego Pablo Simeone marcó el inicio del mejor momento en la historia del club. Una institución que se sacó el eterno traje de sufrido de la capital española para sumar cuatro títulos en dos años y medio, y consagrarse nada menos que ante el Real Madrid, en el Santiago Bernabéu, hace un año, y frente al Barcelona, en el Camp Nou, ayer. Épico.

Como pocas veces, el presente de un equipo se asocia directa e inexorablemente a su entrenador. Porque el Cholo transformó a ese plantel timorato y denostado, que estaba a cuatro puntos del descenso bajo el mando de Gregorio Manzano, en este monstruo de once cabezas que terminó celebrando 18 años después la conquista de una liga española. Para tomar real dimensión de lo conseguido no sólo hace falta recordar que en ese lapso el club pasó por un descenso (1999-2000), sino también con la distancia que le sacaron los dos más poderosos al resto. Porque en esa aburrida “Liga de dos” en lo que se transformó el campeonato español en la última década –el último campeón ajeno a ellos dos fue Valencia en la edición 2003/04–, el Atlético de Madrid empezó siendo un actor de reparto para terminar como protagonista de una película de ensueño.

A imagen y semejanza. El secreto de este campeón es que Simeone convenció a los jugadores de su idea. De su estilo de cuchillo entre los dientes y de no negociar el esfuerzo. “El trabajo nunca se negoció, siempre apuntamos a no tener compromisos con nadie. El de hoy será uno de los días más importantes de la historia del Atlético”, sentenció el argentino cuando la historia ya había terminado y su “Aleti” había conseguido la décima liga, 17 años, 11 meses y 21 días de aquel 25 de mayo de 1996, cuando el equipo dirigido por el serbio Radomir Antic conseguía el histórico doblete de Liga-Copa del Rey.

El Atlético estaba harto de saber perder. En dar vuelta esa sentencia se basó el clic que hizo Simeone en los jugadores. Ninguno tuvo privilegios en ningún sentido, porque el estilo del Cholo no conoce de bajar el ritmo. Ganó la Copa del Rey ante el Real Madrid, en el Santiago Bernabéu, para romper una racha de 14 años sin vencer en la Casa Blanca. Terminó la Liga invicto en el Vicente Calderón, que sólo lo vio perder ante los merengues un partido, por la Copa del Rey, en toda la temporada. Y para agregarle más mérito al entrenador argentino no hay que dejar pasar que el Mónaco le sacó a su jugador franquicia, al colombiano Radamel Falcao García, y que lo reemplazó con un Diego Costa que llegó entre las sombras y al que le cambió la vida en una temporada.

Pero la filosofía Simeone no se permite festejar. Porque después de recordar ayer a Jesús Gil y Gil y a Luis Aragonés, ilustres personajes de la historia del club, lo espera el desafío más grande de su carrera. El Real Madrid es el último escalón hacia la gloria eterna: la final de la Champions League el próximo sábado en Lisboa, será el punto final de la temporada más increíble en los 111 años de historia del club. Otro desafío para Simeone, el hombre que llegó a un club acostumbrado a perder y lo transformó en ganador.

Al final, Martino se fue con “orgullo”

De Barcelona, Gerardo Martino se lleva la obtención de la Supercopa de España y el “orgullo”. Tata se refirió a ese sentimiento para definir el cargo que ocupó en el club y su convivencia con los futbolistas: “Son grandes deportistas, mi más grande reconocimiento hacia los jugadores”.
Fue el último partido de Martino. Su última vez luego de las condenas prematuras por parte del público pero, sobre todo, de la prensa.
El adiós fue acordado, según lo expuso el entrenador. La decisión compartida con la dirigencia acabó con un ciclo de un año, en el que Barcelona perdió la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid y quedó eliminado en cuartos de la Champions League ante el Atlético, el rival que ayer, también, lo dejó sin Liga.
Martino fue a la conferencia de prensa rodeado de una guardia pretoriana dirigencial. Con él llegaron al lugar el director deportivo del club, Andoni Zubizarreta, el presidente, Josep María Bartomeu, y el vicepresidente Jordi Mestre. Una muestra de blindaje para el hombre que parecía haberse quedado solo.
“Me disculpo por no haber logrado los objetivos”, dijo el rosarino en una conferencia de prensa que duró cinco minutos y en la que no hubo preguntas. En su monólogo, redundó en algunos conceptos: “Ha sido un enorme orgullo dirigir a esta institución y a futbolistas que admiraba desde antes de llegar”.
Martino padeció un equipo en baja. Incluso Lionel Messi no tuvo el mejor cierre de temporada, justo en la previa del Mundial de Brasil. De todos modos, el diez promedió casi un gol por partido: marcó 41 en 44 encuentros. Messi, que se perdió casi dos meses de competición por una lesión a finales de 2013, jugó 31 partidos de Liga, en los que anotó 28 goles.
Zubizarreta le agradeció a Martino y soltó una frase emotiva: “En Rosario queda un amigo para hablar de fútbol y de la vida”. Después, lo justificó: “Tuvo una temporada compleja y siempre intentó ser competitivo”.