Sociedad 04/05/14

DIOS ES VIDA

3er domingo de Pascua » Quédate con nosotros, Señor » (Lc. 24, 13-25)
La aparición de Jesús resucitado a los discípulos de Emaús, del Evangelio de San Lucas, contiene un mensaje profundo en cada palabra y en cada gesto de la narración. Es una «catequesis» basada en signos y hechos, no solo en palabras. Fue por la tarde del mismo día de la Resurrección de Jesús. Dos de los 72 discípulos que tenía Jesús, volvían tristes desde Jerusalén, a su casa en Emaús. Hacía tres días que habían crucificado a Jesús, su Maestro. En el camino se les unió el mismo Jesús, ya resucitado, pero no lo reconocieron: estaban tan encerrados en su congoja y en su limitado punto de vista, que no lo reconocieron.

 

Es que a veces encerramos nuestra fe en nuestra visión natural y mezquina, y nuestro ángulo de visión se reduce a lo que nosotros nos imaginamos y calculamos, en lugar de abrirnos a la infinita visión y amor de Dios, que siempre sabe y ve más allá. La Fe no es quedarnos con lo nuestro, sino estar siempre abiertos y dispuestos a lo que Dios disponga. Jesús, hablando con ellos, les hizo ver ese otro punto de vista, el de Dios, que está contenido en la Sagrada Escritura. Aquí aparece la importancia de interpretar la Palabra de Dios no a nuestro antojo o con parámetros humanos, sino a la luz de Dios mismo, que nos supera infinitamente… en esto consiste la Fe. Con su Resurrección Jesús nos da la garantía de que le podemos creer plenamente, sin dudar, sin cuestionar, seguros de que su solución siempre será mejor que la nuestra. Jesús resucitó para unirse a nosotros , mientras vamos caminando en la vida, como lo hizo con los de Emaús, y si lo dejamos que nos acompañe, y lo escuchamos, se produce así el Encuentro con El.

 

Nos encontramos con Jesús en su Palabra, y «al partir el Pan», una clara alusión a la Eucaristía en la Santa Misa, allí lo reconocemos, lo descubrimos, nos identificamos con El. Este encuentro cambia nuestro punto de vista, y nuestra vida misma, y nuestra tristeza se convierte en alegría, nuestra debilidad en fuerza («en ese mismo momento… regresaron a Jerusalén») Cuando nuestra alegría es total y auténtica, no nos la podemos guardar, enseguida la comunicamos a los demás… Es un lindo termómetro para medir nuestra Fe y Amor a Dios: si son auténticos, buscamos de comunicarlos a otros, no las guardamos para nosotros solos. Que nuestra alegría Pascual crezca, para contagiarla a nuestros hermanos.

Quédate con nosotros Señor, que el día termina… con el gozo de Pascua, Parroquia Santa Teresita