Sociedad 14/09/14

SANTORAL

Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia (c. a. 350 407) En Dialogus historicus de Paladio, obispo de Hierápolis, encontramos datos de su vida y también en otras fuentes históricas del mismo siglo v, pero el principal arranque de documentación está en sus propios escritos. Es uno de los Padres de la Iglesia Oriental que poseyó una elocuencia fuera de lo común y difícilmente igualable que le valió el apelativo de Crisóstomo ­«boca de oro»­ con el que ha pasado a la historia, que lo considera como uno de los más grandes oradores de la humanidad. El papa san Pío V lo declaró Doctor de la Iglesia en el año 1568. Nació en Antioquía alrededor del año 350. Su padre era cristiano y posiblemente latino; se llamaba Secundo y era uno de los generales de la armada de Siria; su madre, Antusa, de ascendencia griega, se tuvo que ocupar de la educación de Juan casi en exclusiva, por la muerte prematura de su esposo; pero lo hizo con gran esmero y responsabilidad, poniéndolo en manos de los mejores maestros.

 

Quizá heredó de su madre la ternura, la persuasión y la firme defensa de los derechos de Dios; y también es posible que de su padre tomara algunas características que le hicieron hombre brusco, violento y nada diplomático. A este carácter suyo se atribuyen las desdichas que se abatieron sobre él en la Constantinopla que hervía de intrigas, lujos y vanidades, cuando sonó su voz sin contemplaciones, sin miedo. Estudió filosofía en la escuela de Andragathius y retórica con el sofista Libanios. Fue la oportunidad de relacionarse con Teodoro, futuro obispo de Mopsuestia, y con Máximo, que más tarde sería obispo de Seleucia, en Isauria. A los 18 años comienza a sentir aprecio por la doctrina sagrada que profesan los católicos; por eso quiso acompañar al confesor de la fe Melecio de Armenia en sus frecuentes viajes. Recibió el bautismo, después de un largo tiempo de preparación, cuando Juan tenía 21 años, y en Antioquía lo nombraron lector, que debía tener a su cargo la narración de las Escrituras Santas en las asambleas litúrgicas.