Sociedad 31/10/14

SANTORAL

San Quintín, mártir. Hijo del senador romano Zenón, era muy conocido en Roma por sus riquezas y el favor del que gozaba en el palacio del emperador. Desde el día que recibió el bautismo, se ofreció al papa San Cayo para llevar la fe a las Galias. El pontífice le dio por compañero a San Luciano y ambos predicaron en los pueblos por los que pasaban hasta llegar a Amiens. En poco tiempo se formó aquí una de las Iglesias cristianas más florecientes de las Galias. Hasta que llegó la persecución de Diocleciano. El prefecto Riccio Varo mandó encarcelar a Quintín y para obligarlo a renegar de su fe lo sometió a innumerables y crueles torturas. Por último lo mandó degollar.

 

Era el año 303. San Alonso Rodríguez, religioso. Fue primero comerciante en Segovia, España, donde había nacido; pero al morir su esposa y sus hijos, ingresó en la Compañía de Jesús como coadjutor. Por su humildad, su obediencia y su vida de oración, fue elevado por Dios a un alto grado de contemplación mística. Iluminado por Dios, escribió muchos tratados ascéticos y místicos. Murió en 1617, a los 87 años de edad en el colegio jesuita de Palma de Mallorca (España) donde fue portero por 46 años.