Te llamo porque te amo

P2-CORREODELECTORES17Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social 

Cuando llamamos a alguien para saludarlo por su cumpleaños lo hacemos para expresarle el cariño que le tenemos. Si lo hacemos más seguido es porque le queremos más. Llamar, buscar el encuentro, estar cerca, amar, van de la mano. Dios, porque nos ama, nos llama varias veces. Sí, a vos también. Nos llama de la nada a la vida, que es un regalo suyo. También en el bautismo nos llama a la vida de la fe, a ser sus hijos en la familia que es la Iglesia. Y estando en la comunidad cristiana vuelve a llamarnos para seguir los pasos de Jesús. La palabra «vocación» significa «llamado». Este domingo, el cuarto de Pascua, lo dedicamos en todo el mundo a rezar por las vocaciones sacerdotales, consagradas, misioneras, religiosas… El Papa Francisco escribió un mensaje para esta oportunidad: «La Iglesia, Madre de vocaciones». En él nos enseña que «conversión y vocación son como las dos caras de una sola moneda y se implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero».

 

También nos recuerda que «la llamada de Dios se realiza por medio de la mediación comunitaria. Dios nos llama a pertenecer a la Iglesia y, después de madurar en su seno, nos concede una vocación específica. El camino vocacional se hace al lado de otros hermanos y hermanas que el Señor nos regala: es una convocación». Esto refuerza la idea y convicción del sentido comunitario y familiar de la fe. Y continúa Francisco: «El dinamismo eclesial de la vocación es un antídoto contra el veneno de la indiferencia y el individualismo. Establece esa comunión en la cual la indiferencia ha sido vencida por el amor, porque nos exige salir de nosotros mismos, poniendo nuestra vida al servicio del designio de Dios y asumiendo la situación histórica de su pueblo santo». Por eso, «en esta jornada, dedicada a la oración por las vocaciones, deseo invitar a todos los fieles a asumir su responsabilidad en el cuidado y el discernimiento vocacional.» La vocación de cada fiel cristiano es llamado y envío originado en el amor.

 

Muy clarito se lo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna». (Jn 3, 16) Y en la última cena abrió su corazón a los discípulos y les reveló: «Como el Padre me amó yo también los he amado» (Jn 15, 9). Y a los mismos que amó, en la mañana de la Pascua también los envió con la fuerza del Espíritu Santo: «Como el Padre me envió a mí yo también los envío a ustedes». (Jn 20,21) Porque nos ama, nos llama y nos envía. Y como Dios ama a todos, todos tenemos una vocación, o sea, un lugar y una misión a desarrollar. El miércoles pasado todos los obispos del país fuimos a compartir un rato de encuentro con muchas personas que sufren. Visitamos hermanos que están en la cárcel, en centros de recuperación de adictos a las drogas, geriátricos, hospitales. Fue una experiencia de escucha, consuelo, oración, aliento en el camino. Una hermosa constatación es que en todos esos lugares encontramos también personas con «vocación de servicio» que con cariño asisten y acompañan la fragilidad y vulnerabilidad de los hermanos.

 

Hoy, además de rezar, en todas las Parroquias y Capillas de la Diócesis de Gualeguaychú dedicamos las colectas de las misas para sostener económicamente el Seminario diocesano. Contamos con tu generosidad y compromiso. Muchas veces en las Visitas Pastorales algunos me piden «mande otro sacerdote». Suelo contarles que en los últimos 10 años tenemos 10 sacerdotes menos. Las necesidades son muchas, y es responsabilidad de todos ocuparnos y dedicarnos a la oración y la promoción vocacional. El Papa culmina su mensaje con una oración, de la cual te comparto unos renglones: «Padre de misericordia, que has entregado a tu Hijo por nuestra salvación y nos sostienes continuamente con los dones de tu Espíritu, concédenos comunidades cristianas vivas, fervorosas y alegres, que sean fuentes de vida fraterna y que despierten entre los jóvenes el deseo de consagrarse a Ti y a la evangelización».