Tras las puertas del infierno

Tras las puertas del infierno Después de Tumberos, el productor volvió a filmar en la cárcel de Caseros. Su hermano Luis (Historia de un clan) dirigió los primeros cinco capítulos de El marginal, el unitario que saldrá en marzo por la TV Pública. Hablan sus protagonistas, Martina Gusmán y Juan Minujín. Tras las puertas del infierno

Trece años después de Tumberos, la cárcel de Caseros vuelve a ser objeto de deseo artístico de Sebastián Ortega. Ahí, en un lugar que luce lúgubre donde no hace mucho convivieron asesinos, narcos, piratas del asfalto, y violadores, hoy recibe una visita diaria de setenta personas entre el elenco, la producción y técnica, y los extras que forman parte de El marginal, la serie de género policial que produce Underground para la TV Pública –saldría en marzo de 2016– y de treinta episodios de media hora cada uno.
Sus protagonistas son Martina Gusmán  y Juan Minujín. Ella es Ema Molinari, una asistente social contestataria que batalla contra el sistema corrupto de las cárceles. “Me entrevisté con dos asistentes sociales, una con 25 años de labor en la cárcel de Devoto, y otra asistente social que es psicóloga que estuvo en Los Hornos y en el penal de Ezeiza, y desistió de trabajar en penales porque fue muy grande su impotencia por la corrupción y el sistema”. El guión escrito por Adrián Caetano y Guillermo Salmerón cuenta que en las rutinarias visitas de Ana al penal, se enamora de Miguel Palacios, un policía que se infiltra entre los presos para desbaratar una banda de secuestradores que operan desde las entrañas del penal y que es interpretado por Minujín: “Me pasé mucho tiempo en comisarías de Capital Federal –revela el actor–. Me entrevisté con un capo de la Federal y otro de la Metropolitana que hizo su mayor carrera en la Bonaerense y me contaron anécdotas. Me sirvió cómo ellos ven el delito, su mirada sobre los presos y qué se halla en la mente de un policía que acepta infiltrarse en una cárcel”.
El marginal va por el segundo mes de grabación dentro de Caseros. Para acceder a la utilización del viejo pabellón con una antigüedad de cien años –el otro sector fue derrumbado– Underground envió una solicitud de permiso al Servicio Penitenciario Nacional que depende del Ministerio de Justicia. “Como teníamos el precedente de Tumberos y además era para la TV Pública nos aceptaron”, admite Pablo Culell, director de Producción y Contenidos de Underground.
La serie iba a ser dirigida por Caetano, el mismo de Tumberos, pero se bajó por un problema familiar. Fue reemplazado por Luis Ortega, director de Historia de un clan, en los primeros cinco capítulos y le dio paso a Javier Pérez, director de Exteriores de Underground. Por su parte, la mujer de Pablo Trapero se entera de que está embarazada previamente a iniciar las grabaciones ya que espera a Lucero Trapero para el 27 de febrero de 2016. “Les di vía libre por si querían cambiar de actriz y finalmente Sebastián y Pablo se recoparon y decidieron incluirlo en la historia como madre soltera que le da un matiz diferente dentro de tanta oscuridad”. La actriz asiste tres veces por semana a Caseros y hace un promedio de cuatro escenas por jornada. La metodología de trabajo pausado de un unitario es justo lo que necesita en su estado de dulce espera: “Voy a gimnasia para embarazadas, a meditación, homeopatía, osteopatía, eutonía que tiene algo de yoga”.
En el primer capítulo, se verán escenas de la Villa 31 de Retiro, el escenario donde la producción, mediante un casting, seleccionó a los extras. “Serán unos cincuenta. La gran mayoría estuvieron presos en diferentes penales y nos han dado una mano con el léxico de los presos y cómo se comportan en diversas situaciones”, comenta Minujín y hace un paralelismo entre la cárcel y la sociedad: “Lo interesante es que lo que pasa dentro de la cárcel es lo que pasa afuera: hay clase baja, media, y alta, gente acomodada y otros que están muy abajo. Lo que más funciona adentro de una cárcel es la política, hay acuerdos entre las partes de poder. Presos que hacen negocios acordados con el director del penal. Hay violencia que afuera está, claro. Es ese universo único en dos lados diferentes”.
Después de la crisis de 2001, dentro de las penitenciarías emergieron villas que son tierra de nadie y centro de operaciones de venta de drogas. “Lo de las villas en las cárceles es real, puede ser más estructura tipo villa en un patio o dentro de los pabellones y es el terreno donde los celadores no entran”, sostiene Gusmán, una actriz marcada a fuego por el mundo de las cárceles tras la premiada Leonera. “Tal fue el cimbronazo en mi vida que deicidí estudiar psicología en la Universidad de Palermo como algo paralelo, en un futuro quiero mezclar la actuación y la psicología con un fin social”.  
El Morcilla, preso por robo a mano armada que caracteriza Carlos Portaluppi, es el capo de la villa. “Ninguna cárcel es buena, no reinserta, y no están todos los que deberían estar y da la sensación de justicia e injusticia con la que convivimos. Los poderosos ahí no están, están los perejiles”, dice. Gusmán, suma: “La cárcel son elefantes blancos que la gente hace que no los ve”.