Un 25 de mayo de 1810, en Concepción del Uruguay

                                                                                                                                                                        Por Gustavo Sirota

 “El día 25 de este mes de mayo expiró en esta provincia del Río de la Plata la tiránica jurisdicción de los virreyes, la dominación déspota de la península española y el escandaloso influjo de todos los españoles. De esta modo se sacudió el insoportable yugo de la más injusta y arbitraria dominación y se echaron los cimientos de una gloriosa independencia que colocará a las brillantes provincia de la América del Sud en el rango de las naciones libres…”. 

Tomás Javier Gomensoro. Presbítero de Soriano

 La sentencia del sacerdote oriental anunciaba el comienzo de una nueva etapa en el Río de la Plata. Derrumbado el gobierno español ante el incontenible avance de las tropas napoleónicas, la chispa encendida dos años antes en Chuquisaca y La Paz no tardaría en encender al continente todo. Sin embargo el derrotero de la revolución americana sería largo y complejo.

Quizás sea, aunque suene audaz y temerario, Concepción del Uruguay la ciudad que mejor sirva para ilustrar los complejos y cruciales momentos vividos en los primeros momentos del proceso revolucionario iniciado en mayo de 1810.

Dos semanas apenas habían pasado de la instalación de la Primera Junta, cuando la villa fundada por Tomás de Rocamora se convirtió en el primero de los Cabildos entrerrianos en adherir y reconocer al gobierno surgido del movimiento de Mayo.

La resolución capitular del 8 de junio que lleva la firma de José Miguel Díaz Vélez, Augusto Urdinarrain, Domingo Morales y José Aguirre da cuenta “de los justos motivos y fines de la instalación de la Junta provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del señor don Fernando VII”.

La notificación es respuesta a la circular del día 27 de mayo que emitiera la Junta instalada en Buenos Aires informando lo sucedido dos días antes donde instaba a los cabildos del interior a sumarse al pronunciamiento revolucionario.

El treinta de julio cuarenta y cuatro vecinos respondieron a la convocatoria para elegir el representante de la ciudad ante el gobierno provisional instalado en Buenos Aires. Treinta y cuatro son las firmas que acompañan el acta de la sesión, en tanto José Victor de Alzáa y Olade representó a diez de los vecinos que por no saber escribir no pudieron estampar su rúbrica en el Acta.

“El señor Cura Vicario, don José Bonifacio Redruello” fue el elegido para representar al “cabildo y su vecindario” ante la “Junta Superior Provisional Gobernadora de las Provincias Unidas del Río de la Plata”; destacando la “guarda y consideración de los derechos de nuestro amado Soberano don Fernando VII” y jurando “no reconocer otro soberano que al mismo Señor Fernando VII y sus legítimos sucesores…”.

Redruello nunca viajaría con destino a Buenos Aires y jamás se integraría a la Junta. Cuando en noviembre de ese mismo año las armas realistas al mando del capitán de la marina española Juan Ángel Michelena ocuparon la villa, nuestro “diputado” será uno de los muchos vecinos que tomarán partido por los “godos” saludando la presencia de las tropas de ocupación.

La reconquista de las villas del Occidente del río Uruguay, por la acción decidida de las armas entrerrianas al mando de Bartolomé Zapata, salvará un momento de zozobra indudable que puso en jaque el destino mismo de la revolución. Atrás queda el peligro español, ganando definitivamente los pueblos de Entre Ríos para la revolución.

Pero no sería este el fin del ciclo revolucionario en la región. Ganada por la llama libertaria Concepción del Uruguay se sumará de lleno a la causa de mayo. El ejército de Belgrano, de regreso de la campaña al Paraguay y el federalismo doctrinario e independentista del artiguismo tendrán a la ciudad en su derrotero.

 Pero sin dudas el más importante y trascendente jalón del ciclo iniciado hace más de dos siglos se da en junio de 1815, cuando la convocatoria del Congreso de Oriente y la proclamación de la Independencia definitiva de la dominación española.

Fue nuestra ciudad el primer lugar en el Río de la Plata donde comenzaba a cumplirse la sentencia del numen de mayo, Mariano Moreno, inmolado en la gesta revolucionaria. Un lustro antes había atizado el fuego de la libertad con su verba encendida…“Creen que los hijos del país puedan volver a las cadenas? No conocen los enemigos que aún cuando logren nuestro exterminio, nuestros hijos han de vengar la muerte de sus padres”…..en territorio de la Liga de los Pueblos Libres Moreno seguía vivo en la consecuente lucha del artiguismo.

Por ello, a dos siglos de la proclamación de la independencia en Concepción del Uruguay, vuelven las palabras de José Martí, poeta que retoma el sueño americanista de San Martín y Bolivar, quien nos recuerda siempre el ideal de patria que guiaba el accionar de nuestros prohombres de la epopeya libertadora del siglo XIX….

“El amor a la patria

No es amor ridículo a la tierra,

Ni a la hierba que pisan nuestras plantas.

Es el odio invencible a quien la oprime.

Es el rencor eterno a quien la ataca”